LNE-L'Ará (Riosa),
José A. ORDÓÑEZ
Eugeny Chernyj tiene setenta años, aunque no los aparente. Investigador de la Academia Rusa de las Ciencias, ha empleado buena parte de su carrera en recorrer medio planeta siguiendo el rastro de los primeros mineros de la historia de la humanidad, campo en el que es una de las grandes autoridades a nivel mundial. El veterano científico, acompañado de varios colaboradores y de expertos del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), llegó a Riosa el pasado lunes. Ataviado con un desgastado mono de trabajo de la empresa Hunosa, partió de L'Ará rumbo a la mina prehistórica de cobre de Texéu, en la sierra del Aramo, para conocer de primera mano el enclave que estudia desde hace años Miguel Ángel de Blas, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo.
La dura caminata y las penurias en el interior de la mina valieron la pena. El profesor ruso acabó «impresionado». Su diagnóstico no deja lugar a dudas y coincide con el de De Blas: «Se trata de un yacimiento de relevancia mundial para el estudio de los orígenes de la minería». Por lo que se refiere a la región, es un vestigio prehistóricos sin parangón. Sólo puede ser comparable, aunque con unas dimensiones más reducidas, a algunas explotaciones que se han localizado en los Alpes y en el Cáucaso.
El tesoro paleominero del Aramo está situado por encima de la aldea riosana de Llamo, a una altitud de 1.200 metros. La mina de cobre fue explotada por los pobladores prehistóricos entre los 2.500 y los 1.500 años antes de Cristo. Las investigaciones que vienen desarrollando en el yacimiento Miguel Ángel de Blas y su equipo permiten hacerse una idea de las sorprendentes técnicas utilizadas por aquellos pioneros de la minería. Además, han sacado a la luz diversos útiles y restos humanos, de entre los que destaca un esqueleto completo que, con una antigüedad de alrededor de 4.000 años, es el único que se conoce en la región de la Edad del Bronce.
El esqueleto del minero de Texéu es el hallazgo estrella de la última campaña de estudios en una mina riosana que en los próximos años, según los expertos, seguirá deparando grandes sorpresas para el estudio de la Edad del Cobre asturiana y de la arqueometalúrgica. Por ello, Eugeny Chernyj y los técnicos del CSIC, entre ellos la profesora Maribel Martínez Navarrete, consideran que las administraciones públicas deben proteger al máximo un yacimiento que, a su juicio, no sólo tiene un enorme potencial desde el punto de vista científico, sino también como factor de dinamización turística para la comarca.
El Ayuntamiento de Riosa, presidido por el socialista José Antonio Muñiz, sabe que Texéu es un diamante en bruto. Por ello, apoya con entusiasmo las investigaciones dirigidas por Miguel Ángel de Blas y ya maneja un proyecto para que la mina de cobre se convierta, junto al Angliru, en el principal referente de atracción turística del municipio. Así, además de reclamar al Gobierno del Principado que catalogue al yacimiento como bien de interés cultural (BIC), ha llegado a un acuerdo para adquirir el antiguo poblado minero de Rioseco, cercano a las minas de cobre, para desarrollar una serie de equipamientos didácticos y lúdicos ligados a los orígenes de la minería asturiana.
El proyecto para Rioseco aún no está totalmente perfilado, aunque José Antonio Muñiz ya ha avanzado por donde discurrirán sus líneas maestras. Contará con un museo dedicado a la minería del cobre a través de los tiempos, un aula de la naturaleza y actividades ligadas al turismo activo, entre ellas rutas de senderismo y y a caballo. Chernyj y Maribel Martínez Navarrete avalan este modelo de explotación, que prioriza el uso científico de la que puede considerarse como la mina más original de Asturias.
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