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Recogemos aquí dos capítulos de este magnífico libro sobre Quirós, editado por el “Museo Etnográfico de Quirós y Comarca”, escrito por Alba Rodríguez, en el que han participado todos los vecinos con fotos, recuerdos de su vida y de la de sus antepasados. Magnífica obra que nos recuerda nuestra historia y la dura lucha por la supervivencia de nuestros abuelos en una época de escasez y penuria. Magnífica también la actitud de unos vecinos que quieren, y no temen, recordar épocas no tan buenas. Enhorabuena a Quirós por esta “Mirada de la Memoria”
El concejo de Quirós, a consecuencia de la orografía, ha desarrollado un a economía tradicional de subsistencia, con pequeñas parcelas de terreno, en torno a las aldeas, destinadas a los cultivos básicos, por lo que la roturación de las zonas más altas, ardua tarea con arcaicos medios, se aprovechaba como apoyo de esta subsistencia. “Las tierras accesibles están cultivadas y los terrenos elevados se siembra el trigo, dejando los bajos para el maíz. Los alimentos básicos del siglo XIX son las castañas, manzanas y pan de escanda”…”Actualmente a la escanda le sigue en importancia el maíz para hacer la borona, pan pesado y poco digestible, y la patata se constituye en el único tubérculo”. (Florentino M. Torner, Llanuces, 1917).
Este método de subsistencia permitía a la familia producir, sino todo lo necesario para el año, sí para una gran parte. Las múltiples carencias básicas y las urgencias insalvables, significaban a veces seguir a duras penas con vida o la muerte inevitable. El trabajar las tierras y el cuidado de los ganados nos hablan también de unidad vecinal, especialmente en estos medios donde la hostil geografía motivaba, sin duda, esta conciencia de unión y supervivencia. Así, cuando llegaba la primavera, se llevaban las vacas al puerto: allí en la braña se pasa la mayor parte del año. En algunas se junta treinta o más vaqueros. Las ovejas duermen también en los puertos o bien salen todos los días del pueblo por la mañana, cuidándolas por orden los vecinos a proporción de las que tengan. (Vicente González. (La casa de Quirós). Los animales favorecerán el suplemento cárnico (sobre todo los cerdos) y lácteo.
Más el campesino durante todo el verano debía recoger la hierba de los prados y, en algunos pueblos, esta actividad comenzaba ya a primeros de mayo:
“Existía en Tene la tradición, concretamente el tres de mayo, de reunirse los vecinos en un campo y encender una hoguera con la hierba que había sobrado del año anterior, dando así paso al nuevo año de producción”. “ Con este hecho se daba paso al verano y con el sentido de que la hoguera era el “espíritu fecundo” que se entraba en las cosas que alumbraba para derramar en ellos el don de la generación y ahuyentar los espíritus contrarios.” (Constantino Cabal, La sociedad tradicional asturiana, 1925)
Pero las rudimentarias técnicas de cultivo hacían que la producción peligrara en circunstancias adversas, obligando a roturar tierras en las morteras o prados altos. En ellos el cultivo de la escanda, centeno, patatas o lino, suplía en parte las carencias que las huertas del pueblo no solucionaban. El trabajo, de gran esfuerzo, involucraba a toda la familia: en invierno, con el ganado en casa, se reparaban los cierres de los prados, se cutsaban (abonaban)…Hacia la primavera, se sembraba; el verano era la época de la hierba y de la recolección; el otoño se reservaba para la matanza y el almacenamiento de todos los alimentos para el resto del año.
Pero posiblemente uno de los aspectos más interesantes de estas actividades primarias es lo que se denominaba “ andecha”, es decir, los trabajos comunales, la ayuda vecinal en las actividades cotidianas.
En definitiva, el respeto y la colaboración desinteresada de los vecinos, a sabiendas de que la persona que había sido ayudada prestaría con el mismo desinterés sus servicios al resto.
El ganado, además de constituir una base alimenticia de primer orden, también era utilizado como animal de tiro. Las vacas, según para qué se necesitara, podían ir una sola o “xuncía” (aparejada) a otra.
El carro con rueda de madera maciza, se le denominaba “chirrión”, por el ruido que emitían. No obstante, era considerado el medio de transporte idóneo, a pesar de que algunos etnógrafos los considerasen arcaicos y desfasados:…”las ruedas de los carros no tienen rayos, consisten en un círculo de madera…, que fijo en la rueda gira con ella…, algunas destinadas a trabajos pesados están rodeadas de bandas de hierro, fijas por largos clavos de cabezas enormes” (Towsend, Viajes por Asturias, año 1786)
Towsend y Florentino M. Torner, etnógrafos, el primero inglés y asturiano el segundo, coinciden en sus estudios al hablar de los aperos de labranza tradicionales empleados en las zonas de montaña: “los araos…son sin excepción los más malos que he visto y acaso lo peor fabricado que se pueda imaginar”. Torner, posiblemente con sensibilidad más profunda y con mayor conocimiento del medio en el que se desarrolla la actividad matiza:” los métodos de cultivo son completamente primitivos. El arado usado es el romano tirado por yuntas de vacas, y los utensilios se reducen a este arado, grada, pala y azada (fesoria)…”
La recogida de la hierba se hace primero en los prados cerca del pueblo y después en la mortera; tras la siega con gadaña (guadaña), los hombres van hacinando la hierba en marallos (montones de hierba largos y bajos), de manera que les de bien el sol. Después de dos o tres días, y tras esmarallar (abrir los marallos al sol), una vez seca, se vuelve a amontonar, bien en balagares (montones altos de hierba), bien en borrexos (bastante más pequeños). Para llevarlos al pallar (pajar) se cargan en las corzas (medio de transporte similar a un trineo, tirado por vacas o caballos).
En el concejo de Quirós se cultiva la escanda, cereal con propiedades nutritivas muy interesantes. Cuando está en sazón, hacia finales de agosto: “se recoge con unos palos largos unidos por unos cordeles, llamados mesorias. Entre ellos se aprisiona un manojo de espigas. Con ambas manos se aprietan los extremos de los palos y se tira hacia arriba de modo que se arranque la espiga y se deje el bálago…Las espigas se depositan en unos cestos grandes y hondos llamados güexos. Es tarea de las mujeres”. (Florentino M. Torner)
Otra forma de recoger la escanda es “apelucando”, es decir, arrancando directamente la espiga con las manos.
El cerdo, haciendo siempre alarde de su nombre, no por ser cómodo, fartón, dormilón e incluso antropófago, sino por vivir prácticamente de los desperdicios que se le proporcionan, es uno de los animales domésticos que más se aprovecha: desde la cabeza hasta el rabo, pasando, quién lo duda, por sus exquisitas y suculentas partes traseras.
La matanza o sanmartín constituyó, hasta no hace mucho, una de las tareas más necesarias para nuestra dieta: matar uno o dos gochos aseguraba la alimentación hasta bien entrados la primavera y el verano.
Hombres y mujeres tenían determinadas sus funciones: ellos, matar y descuartizar el gocho y preocuparse de la bebida; ellas, recoger la sangre, preparar todos los ingredientes para llevar a cabo un buen sanmartín, y después preparar la merienda ( en realidad, una opípara cena).
El trueque o la compraventa ha sido, y es, una actividad vinculada esencialmente al progreso económico.
Pero los mercados tradicionales eran, además de un simple encuentro para transacciones, días de fiesta en los que se reflejaban los más variados comportamientos y relaciones sociales (las criadas, las aldeanas, los mercaderes, las señoritas…)
Desde los pueblos, y con las primeras luces del alba, cargaban las mercancías, en ocasiones compuestas por los escasos excedentes de una producción basada en el autoconsumo, y se dirigían a Bárzana. Los puntos de venta eran tres: La Pedrera, la carretera (donde se ponían los mercaderes con sus puestos de telas, madreñas, vasijas de barro etc.) y La Cebera, denominada de esta forma por ser el lugar de venta de productos agrícolas (cebada, trigo, etc.). Uno de los personajes más representativos de esta plaza fue Belarma “la avellanera”.
El aprovechamiento de la riqueza mineral supuso el motor económico del concejo, si bien pocos abandonaron sus actividades anteriores, manteniéndolas (tareas sustentadas generalmente por las mujeres) para generar una economía mixta a costa de sufrimiento y esfuerzo para la familia, con el fin de favorecer y mejorar la educación de los hijos y que estos “no pasaran por lo que yo he vivido”.
Paulatinamente los valores tradicionales, tan arraigados hasta el momento, van evolucionando y se modifican con las nuevas formas de economía.
Quirós contaba, y cuenta, con uno de los más importantes criaderos de carbón en el centro de Asturias, con una superficie estimada en 6.000 hectáreas. Serán estas condiciones las que favorecerán que a finales del siglo XIX, concretamente entre 1857-60, se instalara la Compañía Chiviteau para su explotación y comercio.
El número total de minas era por aquel entonces de 53, formando un grupo compacto de 178 pertenencias, con una superficie de 22.386.342 metros cuadrados ( todo el terreno carbonífero hasta entonces reconocido) y situados en los pueblos de Salcedo, San Pedro, Vallín, Rano, Muriellos, Llanuces, Cienfuegos, Santa Marina y Nimbra.
En el informe de 29 de septiembre de 1858, realizado por el ingeniero francés Mr. F. Pothier sobre la cuenca de Quirós, se recoge: “Haciendo una proyección de las capas de hulla hasta ahora conocidas sobre una línea de recorte de terreno E-O he podido reconocer 40 capas diferentes….La cantidad de carbón explotable podrá valorarse en 120.000.000 de toneladas.”
Gabriel IEM, primer investigador de la cuenca de Quirós y socio de la compañía
Chaviteau, concluye en 1860 que :”nos parece probado, basta con la evidencia, que las minas de Quirós prometen un gran porvenir de explotación…Llegaremos al resultado indisputable que la compañía Chiviteau puede contar con una extracción de 6.000.000 de quintales anuales por espacio de 50 años…No nos cabe dudad de que esta cuenca encierra un criadero de hulla inagotable por los siglos, si se toma en consideración su aspecto físico y geológico general.”
Las minas de esta época se dividen por los ríos Quirós, Lindes y Ricabo y los profundos barrancos que, partiendo de Salcedo, Muriellos y Llanuces, bajan al valle central. De esta forma se estudian los siguientes grupos de explotación:
1- Desde Santa Marina hasta la Rebollada, es decir, en una sola zona de 750 metros, a la orilla del río Lindes y al pie del monte Runeiro, se abrieron capas en las concesiones llamadas: Santa Marina, Santa Marina segunda, Reguera, Oscura, Fuente del Valle, Regada y Rebollada.
2- Cienfuegos
3- Barrancos de Salcedo, Muriellos y Llanuces.
El desarrollo de la actividad minera e industrial en el concejo fue, como ya hemos apuntado, uno de los factores de cambio más relevantes. En el siglo XX, Quirós contaba con un verdadero entramado de cables aéreos de varios quilómetros de longitud, tolvas, lavaderos y recorrido de ferrocarril, con más de 5000 habitantes (según Bellmunt y Canella, Asturias, 1900), más el ajetreo y bullicio que todo este despliegue supone para cualquier población.
Ya hemos mencionado las extraordinarias reservas minerales con las que se contaba y el establecimiento de industrias; sin embargo, el carácter marginal del yacimiento que se observa en su fragmentación y, sobre todo, las dificultades de implantación de una actividad industrial estable, conllevan la ausencia de infraestructuras de base en un medio montano muy agreste, y motivaron que el desarrollo minero fuera convulsivo, inestable y estrechamente ligado a las oscilaciones del mercado de carbón; de tal modo que a las diferentes coyunturas de éste se respondía con el aumento o disminución del número de empresas y, por consiguiente, del volumen de empleo, pues parte de dichas empresas, por su tamaño y procedimientos artesanales, se desenvolvían en unos límites ciertamente estrechos.
De esta época son:
- Fábrica Mieres con las minas de Cienfuegos, Nimbra, Pozo Las Cruces, Mina Mariana, Poca Cosa, Baltasar, Las Curuxas y Quirós. También perteneció La Cantera (Villagime) hasta los comienzos de la Guerra Civil. Minas de hierro en los Llamargones (en el monte entre Faedo y Fresnedo), Corroriu, Achina y Branueto.
- La Sociedad Hullera Española S.A. , fundada por el segundo Marqués de Comillas, Claudio López Brum, en 1892, en Barcelona. Tiene concesiones , tanto de hulla (828 has.) como de hierro hasta los primeros años del siglo XX.
- Fuentes y CIA: también conocida como Fuentes Trubia, con las minas de Marifonso, El noceo, Cuetu Prietu, Gancíu, El Reguerón y las minas de El Xagarín (entre San Salvador y Salceo).
- Minas de Monte Runeiru, a las que pertenecían las Minas del Estileiru (Cienfuegos)
Hubo también explotaciones de espato flúor en la collada de Aciera, de cobre en El Aramo, de magnesio en Corroriu y en las inmediaciones de Faedo y Fresnedo (la casa de Quirós, 1958), así como un arenal en esta misma zona.
En general se trataba de pequeñas explotaciones con producciones que oscilaban entre las 100 y las 5.000 Tm. Hacia 1920, coincidiendo con la expansión de población empleada en las minas de hulla asturianas, pequeños propietarios abren gran número de explotaciones, como las de Uría Hermanos o José Älvarez Closse, que en su grupo Monte Runeiru explota, entre las parroquias de Cienfuegos, Ricabo y Llindes, 584 has., repartidas entre siete concesiones (informe del grupo Hullero Monte Runeiro, Quirós Asturias 1914)
Las minas del valle de Cienfuegos figuran entre las primeras explotaciones del concejo. El carbón era transportado en “caxetos” o cajones a través de cable aéreo que, en ocasiones, también se aprovechaba para subir a las minas, con un acceso nada fácil.
El minero, tanto “el guaje”, como el vigilante, o “el picaor”, concienciados de la explotación y modos de trabajo a los que estaban sometidos, estuvieron siempre muy involucrados en la revolución del proletariado, en la vigilancia de sus derechos y en los problemas de su clase social. Posiblemente muchos, o casi todos, no supieran leer, pero esto no les privaba de una mentalidad abierta a los avatares de la historia.
Hacia finales del siglo XIX, tuvieron lugar numerosas huelgas obreras, destacando la del 6 de mayo de 1890 que se extendería por la cuenca de Quirós, donde se incorporaron a la misma 160 mineros, así como las que se producen entre 1898 y 1901, cuya culminación fue la conocida “güelgona” de 1906, iniciada en Fábrica Mieres.
El carácter alcista de la época requería cada vez mano de obra más numerosa y unos bajos salarios que contrastaban , dicho sea de paso, con los menguados ingresos que podían obtener los campesinos, que no dudaban de trabajar en las empresas mineras, pero afrontando también inconvenientes: largos y penosos desplazamientos a través de los caminos; en época de verano no podían entrar a la mina antes de ir a la siega, atender el ganado, etc.
La mina de Los Llamargones estaba ubicada en el valle que forman los pueblos de Fresno y Faedo, abierta a finales del XIX. Se extraía el mineral de hierro y fue explotada por Fábrica de Mieres hasta el año 1959. Y en ese año bien por falta de pagos, bien porque no interesaba su explotación, la empresa siderúrgica decidió cerrar la mina. Actualmente quedan restos de la explotación perfectamente visibles.
Entre 1900 y 1920, Quirós contó con el mayor índice de población, alcanzando un censo de 6249 personas. La razón no era otra que la proliferación de numerosas explotaciones que necesitaban mano de obra, favorecida ésta por este tipo de explotaciones (de montaña), por las incidencias del medio (orografía) y, sobre todo, por la necesidad de poder salir de la miseria que el campo (minifundista) y la economía (de subsistencia) no podían ofrecerles.
Una de las soluciones para dar salida a todo este carbón era su explotación hacia el resto de la península. De los muchos proyectos que surgieron ninguno prosperó, puesto que, por diversas causas; el que proponía la salida hacia León por el Puerto Ventana, fracasó al subastarse el ferrocarril de León a Gijón por Pajares. La Sociedad, entonces, debía reducir su producción al abastecimiento de mineral de hulla a los Altos Hornos de la Fábrica Nacional de Fundición de Cañones de Trubia, puesta de nuevo en marcha durante los años 1842-44, en la que su primer director, Antonio Elorza, recomienda usar el carbón de Olloniego, Tudela, Riosa, Morcín y Quirós.
Para su transporte, se decidió la construcción de una carretera carbonera de25 Km, que comunicara las minas con La Fábrica Nacional de Trubia; pero en 1866, cuando ya casi estaba finalizada, la Fábrica de Trubia cerró sus altos hornos. Como consecuencia, aparte ya de otros entresijos internos, la Sociedad vendió sus propiedades a la Compañía de Minas y fundiciones de Santander y Quirós, también con sede en París. Su director, J. Thiebault, decidió la instalación de una fábrica de fundición, cuyas obras comenzaron en 1868, para dos años más tarde encender los hornos.
La Compañía de Minas y Fundiciones de Santander y Quirós, fundada en 1868, sería la encargada de dar crecimiento industrial a un concejo hasta entonces desconocido y que le aportaría fama como región minera y siderúrgica en toda la provincia, hasta la absorción de la misma por Fábrica de Mieres.
Su director e ingeniero, J. Thiebault, había estudiado la posibilidad de transformar este mineral en productos elaborados. Y así, el uno de agosto de 1868, se comienza la construcción de dos altos hornos para poder fundir el metal. El lugar elegido fue Torales, zona próxima a Bárzana. El primer alto horno fue puesto en funcionamiento el 20 de julio de 1870. Cinco años después el segundo.
La construcción de un ferrocarril de vía estrecha supuso la única solución rápida y de menor coste para el transporte del carbón, con un trazado paralelo a la carretera carbonera inaugurada el 5 de febrero de 1864, conectaba, en su tramo más largo, Santa Marina con la fábrica de Quintana de Trubia, pasando al pie de los altos hornos de Torales. También existía otra línea más corta por el valle de Ricabo. Aún así, con sus 29 Km. de longitud, “todavía era insuficiente para bajar todo el carbón”.
Para su construcción fue necesario contar con el beneplácito del Sr. Terrero, gran terrateniente de Quirós; éste cedió sus terrenos pero a cambio “no exigió dinero sino que pusieran una jardinera con asientos gratis para todos los quirosanos que quisieran bajar o subir desde Trubia o Proaza, así como las mercancías.” Pero, azares de la vida este privilegio acabó cuando se nombró alcalde de Quirós a un alto cargo de Fábrica Mieres, llevándose “por casualidad” del archivo municipal el documento en que constaba el contrato de gratuidad.
En 1884, se concluye el ferrocarril por la compañía francesa Societé Houillére , facilitando un transporte más rápido y menos costoso. No obstante tan buenas expectativas se verán frustradas por la competencia de la siderurgia vasca: la elaboración de acero con el método Bessemer a precios muy ventajosos.
La fábrica quirosana estaba en condiciones de producir lingotes de hierro y acero laminados a un coste mínimo; pero sus dirigentes no estaban dispuestos a una nueva inversión para la modernización de sus instalaciones. Finalmente, nuestra industria pasaría a pertenecer a una de sus principales competidoras, con la que siempre había tenido estrechas vinculaciones; en 1888, Fábrica Mieres, por un total de 750.000 pesetas, aprovechando el hecho de que Quirós contaba con carbones y minerales todavía más baratos que ninguna otra fábrica.
Alba Rodríguez (Quirós , La mirada de la Memoria)
Monsacro.net: Queremos ampliar un poco más la historia de La Fábrica, añadiendo a su vez, información sobre el ferrocarril minero por el valle del Trubia, con un artículo de D. Javier Fernández López (Director del Museo del Ferrocarril de Asturias).
En los primeros años de la década de los ochenta del pasado siglo, la Compañía de Minas y Fundiciones de Santander y Quirós, realiza los trabajos de construcción de una línea férrea, desde Trubia hasta el concejo de Quirós. Aquella sociedad poseía minas de hierro y carbón, y una instalación fabril. Con el ferrocarril, con gran ventaja sobre la estrecha carretera algunos años antes terminada, podrían transportarse hasta los talleres de laminación que la misma sociedad poseía en Trubia y a otros mercados, los minerales y el hierro ya elaborado.
La construcción del trazado por el valle del Trubia, de alrededor de 30 Km. de longitud, fue complicada y se prolongó cerca de cinco años, tanto por las dificultades orográficas como por diversos problemas en la ocupación de terrenos. El ancho de vía escogido fue de 750 mm, hasta ese momento poco menos que desconocido en nuestro país, que pudo usarse gracias a que la empresa, con el argumento de que se trataba de una línea minera, se acogió irregularmente a la Ley de Minas. En realidad dadas las características del trazado, que atravesaba diversos dominios públicos, debiera haber solicitado la correspondiente concesión de acuerdo con la legislación general de ferrocarriles.
La elección de este ancho por primera vez en España, se basó en la necesidad de construir curvas muy cerradas y la capacidad prevista de transporte, que vistas experiencias extranjeras parecía suficiente.
En 1884 se pone en servicio la línea en su entera longitud, aunque ello no evita que la empresa vaya cada vez peor y llegue a la quiebra…Así pocos años después Numa Guilhou ( de la Sociedad Fábrica de Mieres) se hace con la totalidad del negocio, incluido el ferrocarril. Esta Empresa convierte a las minas de Qurós en accesorias de su establecimiento principal en Mieres y desmantela progresivamente las fábricas de Bárzana y Quintana. Fábrica de Mieres gestionaría el ferrocarril de carbón y mineral de hierro hasta su cierre en 1963. Existieron bastantes problemas de orden legal debido a la irregular concesión inicial y diversos altibajos en lo que a tráficos se refiere.
La Fabrica de Quiros
Con el fin de ser usadas en el ferrocarril, la Compañía de Santander y Quirós, adquirió en Bélgica, a la casa St. Leonard, cuatro máquinas iguales de dos ejes y ocho toneladas en vacío, por entonces peso muy elevado para este tipo de líneas, pero que crónicas de época consideraban justificado por las dificultades que presentaba la tracción por un perfil que llegaba a alcanzar, en algunos puntos, cerca de 30 milésimas.
Estimamos probado que poco después de adquirir el negocio, Fábrica de Mieres, trasladó una de esas máquinas a la Villa del Caudal para la construcción y primeros servicios de los ferrocarriles de Baltasara y Mariana, que está demostrado se realizaron en el mismo ancho siguiendo el ejemplo de la línea quirosana. Por otro lado, en 1892 construye, una locomotora réplica de las que nos ocupan.
Cuando en los años de la Primera Guerra Mundial son puestas en servicio locomotoras americanas más potentes en la línea de Trubia a Quirós, se trasladan a Mieres las tres restantes de la serie. En los años 20 todas se reforman ligeramente. E n Mieres serían apodadas por su imagen y tipo” quirosanas o chatas”.
Minero
Dos de ellas serían desguazadas en Mieres en 1965, mientras que con otra, traspasada a Qurós en 1960, se hace lo propio en Quintana cuatro años después. La superviviente, ya numerada 102 (que sustituía al “1” original),prestó sus últimos servicios en la factoría mierense como reserva en los hornos de coque, cometido para el que sufriría sus últimas modificaciones.
Tras permanecer varios años abandonada en la Fabrica fue rescatada por ENSIDESA y trasladada a Valnalón (La Felguera) para su conservación. En 1981, el Ayuntamiento de Mieres solicita a la empresa siderúrgica su cesión, siendo colocada en el exterior de la antigua Escuela de Capataces, con ocasión de una exposición ferroviaria organizada por los Amigos del Ferrocarril.
Estacion de la Fabrica
Tras una ligera restauración exterior es finalmente ubicada en un enrejado en la parte exterior de la Casa de Cultura de Mieres, como testimonio y homenaje de los ferrocarriles mineros que, en otro tiempo, fueron una de las señas de identidad de la comarca del Caudal. Tras casi 20 años a la intemperie, los deterioros sufridos recomendaban una nueva restauración, que el Ayuntamiento de Mieres encarga a la Escuela Taller de Arqueología Industrial de Bustiello.
La F.M. 102 fue construida en 1881, tiene un interés histórico excepcional como la primer locomotora de 750 mm. de España y por lo tanto la más antigua de ese ancho que se conserva.
Es la única existente del ferrocarril de Trubia a Quirós.
D. Javier Fernández López (Director del Museo del Ferrocarril de Asturias)
FM 102. Fuente: Locomotoradevapor
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