Fuente Tele 5
Aún se pueden ver sus andenes vacíos durante los escasos segundos que tarda el tren en pasar. Está entre las estaciones de Iglesia y Bilbao, en la línea 1. Fue una de las ocho primeras paradas del Metro de Madrid, cuyo trayecto inaugural circulaba desde la Puerta del Sol hasta Cuatro Caminos. Abrió en 1919 y está cerrada desde 1966. La estación de Chamberí, la estación fantasma, lleva cuarenta años atrapada en el tiempo.
La ampliación de los andenes de 60 a 90 metros acabó con ella. Cuando la línea 1 creció para dar capacidad a trenes más largos, con más vagones, los técnicos recomendaron su cierre. No era rentable, pues está demasiado cerca de las otras estaciones. Las distancias son tan cortas –está a 223 metros de Iglesia y a 310 de Bilbao– que los trenes tenían que circular muy despacio pues no había apenas tiempo para coger velocidad. El 21 de mayo de 1966, la estación fue clausurada.
Aquel domingo de primavera fue la última vez que el tren paró en Chamberí. En la estación fantasma el reloj se detuvo ese día, como un insecto en una gota de ámbar. Desde entonces, sus pasillos acumulan toneladas de polvo.
La compañía del Metro simplemente tapió las entradas de la estación que quedó abandonada tal y como estaba, desde las taquillas hasta los andenes. Los pocos que han podido visitarla años después aseguran que es como viajar en el tiempo a una película en blanco y negro. Hay billetes usados en el suelo, viejos carteles de publicidad de la época y periódicos de aquel día en las papeleras. Las lámparas o los bancos también son los de entonces. El moho recubre las paredes.
Un tesoro enterrado
Chamberí es, como todas las ocho primeras estaciones de la línea 1, obra del arquitecto Antonio Palacios junto con Joaquín Otamendi, el mismo equipo que le cambio la cara a Madrid a principios del siglo XX. Palacios es también el autor de muchos de los edificios más bellos del acantilado de la Gran Vía y Alcalá. En solitario, o con la colaboración de su asociado, Otamendi, dibujó los planos del Palacio de Telecomunicaciones de Cibeles, del Círculo de Bellas Artes, del Casino de Madrid o del actual edificio del BSCH en la calle Alcalá.
La estación de Chamberí es, sin duda, la más abandonada de todas sus obras. A pesar de que permanece cerrada, algunos vándalos se han colado en los últimos años dentro de sus túneles para hacer pintadas.
El alcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, se comprometió como candidato a la alcaldía a restaurar la vieja estación para convertirla en un museo o en un centro cultural antes del fin de la legislatura. Desde el Ayuntamiento, sin embargo, no saben contestar en qué estado se encuentra este proyecto que, al parecer, permanece aparcado.
De momento, la única novedad es que ya no se puede visitar la vieja estación. Desde el Ayuntamiento dicen que es imposible por motivos de seguridad. Hasta hace unos años, se podía conseguir una autorización como periodista o incluso utilizarla como escenario de una película. Así lo hizo el director Fernando León, que rodó allí algunas escenas de “Barrio”.
Fragmento del trailer de “Barrio”
En esa película, la estación abandonada era el refugio de decenas de personas sin techo, que se escondían allí para poder dormir a cubierto. Algo hay de verdad en esa historia, como han reconocido los empleados del Metro de Madrid. En ocasiones, algunos indigentes se han colado allí para pasar la noche. No es tan mal sitio.
En la estación fantasma hay mucho polvo pero, misteriosamente, no hay ni arañas ni ratas. Ni siquiera ellas tienen en sus viejos pasillos nada que comer. Allí, a unos pocos metros bajo la plaza de Chamberí, la oscuridad es permanente excepto cuando pasa el tren. Después, regresa el silencio.
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