Mientras en Asturias, cuna de la industrialización Española faltan museos de la industria, otras regiones se aprestan a ganar terreno en el que será el filón turistico-cultural de la próxima decada en España.
Medio Ambiente financia los trabajos de rehabilitación para convertirlo en un museo de la industria y recuperar su maquinaria de molienda
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El Diario Montañes. El antiguo molino harinero de Ventorrillo, situado en el barrio del mismo nombre, en la localidad de Pesquera, volverá a la vida gracias a una iniciativa conjunta de tres instituciones: la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria, el Ayuntamiento de Pesquera y el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cantabria.
El proyecto se remonta dieciséis años atrás. En 1990, el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cantabria, interesado en la arqueología industrial de la región en general y en la recuperación de piezas, máquinas y artefactos mecánicos y eléctricos de uso industrial en particular, adquirió por dos millones de pesetas toda la maquinaria de la antigua fábrica de harina 'La Montañesa', situada en el barrio del Ventorrillo de Pesquera, a orillas del río Besaya, del que se surtía de agua para hacer funcionar sus mecanismos de molienda.
Molino medieval
En su origen, probablemente hubo en aquel lugar un molino de río medieval, que acabó transformado en fábrica mediante la ampliación de sus instalaciones y el montaje de una turbina.
Los restos de esa antigua fábrica, que cerró sus puertas a mediados del siglo XX, inutilizando sus máquinas para poder acogerse a las ayudas económicas del plan de reestructuración del sector harinero puesto en marcha en aquel entonces por el Gobierno del general Franco, son los que todavía pueden verse en el lugar y serán objeto de restauración.
Allí, por ejemplo, se conserva una turbina fabricada en 1943 en la antigua fábrica Corcho de Santander, comprada en aquel entonces por un tal Francisco González. Se trata de un modelo Francis Espiral de 300 milímetros de diámetro para un salto de 24 metros con un caudal de 116 litros por segundo que giraba a 720 vueltas o revoluciones por minuto y daba 30 caballos de potencia y que, sin duda, sustituyó a una más antigua y ya obsoleta.
Se conserva también otra turbina cuya procedencia, año de fabricación y especificaciones técnicas aún se desconocen, así como el resto de máquinas y mecanismos que se empleaban en el proceso de la molienda.Los edificios de la fábrica fueron comprados por el Ayuntamiento de Pesquera, institución con la que el Colegio de Ingenieros Industriales firmó un acuerdo cediendo el uso de la maquinaria sin coste alguno, siempre que el conjunto fuese recuperado y se destinara a museo.
El gran impulso al proyecto ha venido ahora de la mano de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria, que ha financiado con 660.000 euros (unos 110 millones de pesetas) las obras de rehabilitación del conjunto arquitectónico para su conversión definitiva en museo. Los trabajos comenzaron en agosto y tienen una duración prevista de diez meses.
El decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cantabria y presidente de la Asociación de Ingenieros Industriales 'Julio Soler', Pedro Hernández Cruz, visitó días atrás las obras y mostró su satisfacción por el desarrollo inicial de los trabajos, al mismo tiempo que su profundo agradecimiento por la inestimable ayuda de la Consejería de Medio Ambiente, «sin la cual -dijo- el proyecto no habría pasado de ser un viejo sueño».
Una vez concluidos los trabajos de rehabilitación del conjunto fabril, se procederá a efectuar la adecuación del entorno y, posteriormente, se diseñarán y equiparán las instalaciones museísticas.Puesta en marchaEl Colegio de Ingenieros Industriales aportará algunas piezas de su colección particular relacionadas con el proceso fabril, una de ellas, incluso, procedente de la fábrica y que el Colegio adquirió antes de comprar toda la maquinaria y que es una balanza de brazos iguales que se usaba para pesar los sacos de harina.
Finalmente, los ingenieros de Cantabria abordarán la rehabilitación de la instalación industrial, con la intención de volverla a poner en marcha para poder reproducir todo el proceso fabril de forma demostrativa. Entonces, volverá a escucharse el crujido de la vieja maquinaria realizando las tareas de molienda, sonido que todavía conocieron los mayores del lugar. El conjunto se convertirá en un importante polo de atracción para los amantes del turismo ecológico y cultural.
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