Infoinvest vuela con 45 kilos de goma 2 el depósito «la seta» de Ensidesa
La estructura, de 42 metros de alto, cayó a plomo sin causar incidentes
Fuente: LNE
La tercera fase del desmantelamiento de los vestigios siderúrgicos en el Parque Empresarial de la ría tuvo lugar ayer, a la una en punto de la tarde. Cuarenta y cinco kilos de goma 2 eco y 153 detonadores hicieron falta para que el depósito conocido como «la seta» se desplomase ante gran expectación. Myriam MANCISIDOR
-¡Fuego! -gritó un operario.
Hubo un «¡boom!» aronador y el depósito del Parque Empresarial del Principado de Asturias (PEPA), conocido como «la seta» por su forma, voló por los aires. Era la una en punto de la tarde de ayer cuando la empresa Voladuras y Demoliciones, contratada por Infoinvest para el desmantelamiento de los vestigios de Ensidesa, conectó el cable de los detonadores a la batería de una furgoneta mientras un trabajador giraba la manivela de una caja denominada explosor. Entonces, sonó una sirena, gritaron «¡fuego!» y, en un abrir y cerrar de ojos, la gran «seta» de 42 metros de alto se vino abajo, entre aplausos y flashes.
Para la demolición del gran depósito, cuyo peso total nadie se aventuró a estimar, se utilizaron 45 kilos goma 2 eco y 153 detonadores, según explicó la autora del proyecto, Pilar de la Cruz. La «seta» estaba ubicada a pocos metros del edificio de la Térmica, entre naves de reciente construcción, tenía 42 metros de altura y estaba apoyada sobre un fuste de ochenta centímetros de espesor, donde se colocaron los explosivos. Tanto es así que la gran torre cayó al vacío sin más espectacularidad que el ruido que provocó. La «seta» volcó, así, hacia su derecha, hierática, igual que estaba. En diez minutos, otro de los símbolos del Avilés siderúrgico era poco más que un cilindro en el suelo del Parque Empresarial dentro de una nube de polvo.
La empresa encargada de la demolición de la «seta» tenía calculado cada detalle y, como medida de precaución, los responsables del proyecto optaron por acordonar un diámetro de 200 metros alrededor del depósito para que no se produjesen incidentes. Dos patrullas de la Guardia Civil y agentes de la Policía Local de Avilés colaboraron además en las tareas de seguridad.
Sirenas
Los preparativos de la voladura comenzaron, no obstante, mucho antes de la una de la tarde, con la llegada de la dinamita al Parque Empresarial. Tras la colocación de los detonadores y los explosivos, la empresa encargada de llevar a cabo la detonación fijó la hora en la que la «seta» volaría por los aires: la una. Dicho y hecho. Puntual sonó la primera sirena de alarma, la que anunciaba que la explosión sería inminente. Cinco minutos después, el gran depósito cayó a plomo ante decenas de curiosos que, con sus cámaras, se dieron cita a 200 metros del tubo para despedirse de uno de los restos del pasado industrial de Avilés.
Ya en el suelo, la gran «seta» hundió parte de su estructura superior bajo tierra (por el impacto contra el suelo) y se dejó fotografiar. Los objetivos enfocaban la base donde se colocaron los explosivos y la escalera de caracol de hierro que, a pesar del impacto, se mantiene intacta en el centro del cilindro que, hasta ayer, fue un depósito siderúrgico.
-¡Fuego! -gritó un operario.
Hubo un «¡boom!» aronador y el depósito del Parque Empresarial del Principado de Asturias (PEPA), conocido como «la seta» por su forma, voló por los aires. Era la una en punto de la tarde de ayer cuando la empresa Voladuras y Demoliciones, contratada por Infoinvest para el desmantelamiento de los vestigios de Ensidesa, conectó el cable de los detonadores a la batería de una furgoneta mientras un trabajador giraba la manivela de una caja denominada explosor. Entonces, sonó una sirena, gritaron «¡fuego!» y, en un abrir y cerrar de ojos, la gran «seta» de 42 metros de alto se vino abajo, entre aplausos y flashes.
Para la demolición del gran depósito, cuyo peso total nadie se aventuró a estimar, se utilizaron 45 kilos goma 2 eco y 153 detonadores, según explicó la autora del proyecto, Pilar de la Cruz. La «seta» estaba ubicada a pocos metros del edificio de la Térmica, entre naves de reciente construcción, tenía 42 metros de altura y estaba apoyada sobre un fuste de ochenta centímetros de espesor, donde se colocaron los explosivos. Tanto es así que la gran torre cayó al vacío sin más espectacularidad que el ruido que provocó. La «seta» volcó, así, hacia su derecha, hierática, igual que estaba. En diez minutos, otro de los símbolos del Avilés siderúrgico era poco más que un cilindro en el suelo del Parque Empresarial dentro de una nube de polvo.
La empresa encargada de la demolición de la «seta» tenía calculado cada detalle y, como medida de precaución, los responsables del proyecto optaron por acordonar un diámetro de 200 metros alrededor del depósito para que no se produjesen incidentes. Dos patrullas de la Guardia Civil y agentes de la Policía Local de Avilés colaboraron además en las tareas de seguridad.
Sirenas
Los preparativos de la voladura comenzaron, no obstante, mucho antes de la una de la tarde, con la llegada de la dinamita al Parque Empresarial. Tras la colocación de los detonadores y los explosivos, la empresa encargada de llevar a cabo la detonación fijó la hora en la que la «seta» volaría por los aires: la una. Dicho y hecho. Puntual sonó la primera sirena de alarma, la que anunciaba que la explosión sería inminente. Cinco minutos después, el gran depósito cayó a plomo ante decenas de curiosos que, con sus cámaras, se dieron cita a 200 metros del tubo para despedirse de uno de los restos del pasado industrial de Avilés.
Ya en el suelo, la gran «seta» hundió parte de su estructura superior bajo tierra (por el impacto contra el suelo) y se dejó fotografiar. Los objetivos enfocaban la base donde se colocaron los explosivos y la escalera de caracol de hierro que, a pesar del impacto, se mantiene intacta en el centro del cilindro que, hasta ayer, fue un depósito siderúrgico.
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