viernes, noviembre 03, 2006

La emigración en Quiros. Imagenes del valle

Complementamos con estas imágenes la información publicada en el artículo: ""Quiros: Campo Mina y Siderurgia. La mirada de la memoria. De la subsistencia a la industria""



Ulpiano García de Salcedo. El sacamuelas. Principios del SXX


Casa quirosana. Principios del SXX


Quirosanos en Panamá. 1910


Mercadillo de Barzana a principios del SXX


Quirosanos en Mendoza, Argentina

Desde que el hombre es hombre, ha habido en él un componente nómada que le embarca en la búsqueda de nuevas posibilidades y de mejoras en la calidad de vida. Y aunque esta movilidad ha sido cada vez menos necesaria, Asturias continuó con su tradición viajera y migratoria. ..Nuestra comunidad la sufrió notablemente durante la segunda mitad del siglo XIX y buena parte del XX, siempre en busca de un dorado que solo para unos pocos se convertiría en realidad.

Trajeados, con el pañuelo anudado al cuello, con la indumentaria festiva, de boda o con la propia de aquel país lejano al otro lado del océano”: Así posaban, según nos corroboran los retratos, nuestros emigrantes, allende los mares, para sus familiares asturianos. Porque, tanto si las circunstancias eran favorables como si las cosas salían mal, todos adquirieron el hábito de la fotografía, viendo en ella la única vía de dar a conocer el mundo en que se encontraban, la forma de vida que les rodeaba e incluso la manera más práctica de disimular aquellos años llenos de pobreza, trabajo y desesperación a los que la mayoría estaban sometidos. La forma de envío más corriente solía ser a través de otros emigrantes o de vecinos de aldeas cercanas que regresaban.

Porque tuvieran la condición social que tuvieran y la situación económica de la que gozaran, la imagen que siempre intentaban reflejar era aquella donde se ostentara la opulencia; aunque, a decir verdad, no resultaba nada difícil apreciar quienes habían triunfado, dueños de la servidumbre que posaba junto a ellos, poseedores de tierras y negocios comerciales; y quienes eran los “americanos del pote” , es decir, la mayoría, aquellos que, a la hora de retratarse, vestían pantalones raquíticos y mangas de camisa cortas, esto es, con el traje que el fotógrafo prestaba a tales fines.

Pese a todo ello, el retrato, tanto del americano como del autóctono, será el remedio más seguro para mantener el recuerdo físico de las personas, de aquellos que marcharon de sus aldeas tras todo un protocolo de despedida: primero el adiós a la Virgen de Alba, Trobadiello o el patrón del pueblo, en pos de la bendición para llevar a buen fin la expedición; a continuación, había que, casa por casa anunciar la marcha, recibiendo a cambio algún pequeño regalo, para finalmente y lo más triste, ser acompañado por el padre, hermano o algún familiar más allegado.

Por último, con una maleta de madera, algunas camisas, y un traje en el mejor de los casos, dejando atrás todos los recuerdos buenos y malos que muy posiblemente perdurarían hasta el final de sus días, se dirigían a la estación del ferrocarril minero que los acercaba a Trubia. Desde allí a Gijón vía Pravia, o a Santander, a cualquier puerto en que se pudiese embarcar con destino a Sudamérica, mundo donde, para empezar, el idioma no suponía un obstáculo previo, pero mundo en el que no dejaban de soñar con el regreso a la “tierrina”, soñar, pero con la sospecha de que tal sueño jamás se haría realidad.

Entre 1904 y 1918, la emigración en Asturias fue de forma masiva; en la construcción del Canal de Panamá llegaron a enrolarse más de 10.000 españoles, entre los cuales había muchos quirosanos, gran parte madreñeros, en busca de mejora económica y social. Con escasas pertenencias, pan de escanda y embutidos abandonaron Quirós en el tren carbonero. Y de Quirós a Panamá, que es lo mismo que decir: de las madreñas y del campo a las palas de vapor, descargadores de vagones, el hormigón, etc.

Gorgona fue uno de los asentamientos donde algunos quirosanos vivieron hasta el 14 de agosto de 1914, fecha de la inauguración del paso interoceánico. Mucho regresaron y vieron mejorada su calidad de vida; otros, quedaron para siempre en el continente.

El deseo de expresar y grabar su triunfo en la nueva tierra era uno de los objetivos principales de las fotografías, como ya hemos puesto de relieve. De esta manera, las imágenes de “aquel paisano alejado del pueblo con una mísera maleta” reflejaban la vanidad del nuevo rico, ahora bien trajeado, con automóvil (¡quién lo iba a pensar!) e incluso con criados.

Estas fotografías desplegaban en sus coterráneos nuevas expectativas, haciéndoles imaginar una vida menos sacrificada e, hipotéticamente, mucho más cómoda.

Lo que posiblemente sus paisanos no sabría jamás era que para haber alcanzado ese estatus, el emigrante había tenido que adaptarse a un territorio totalmente desconocido en todos sus aspectos: climáticos, geográficos e incluso humanos.

Salvo excepciones todos comenzaron desde los puestos de trabajo más bajos. Argentina, al contrario que otros países americanos con más comercio e industria era un país de agricultura y ganadería, sus principales recursos. El hombre quirosano, acostumbrado desde niño a estas faenas, se adaptó enseguida y rápidamente gozó de la oportunidad de pasar de criado a propietario.

El emigrante, con frecuencia, era un hombre joven y con ansia de viajar e integrarse en el Nuevo Mundo.

La presencia de asturianos en América del Norte, principalmente en Nueva Cork, Filadelfia, Chicago y San Luís, se datará desde la guerra de los Diez Años. La colonia más numerosa se establecerá en Tampa (Florida). Los recursos naturales americanos fueron el reclamo para los aventureros. Bosques, grandes pastizales, agricultura floreciente, junto a la libertad de propiedad, fueron algunos de los factores que impulsaron a nuestros convecinos a la conquista de las américas.

Desde la independencia de las últimas colonias españolas, había libertad para emigrar a Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Las diferencias culturales de los primeros colonos van desdibujándose generación tras generación, hasta que llega un momento de que de Asturias no quedan más que remotas raíces en los nietos asturianos.

No obstante, aquellos primeros viajeros, siempre mantendrán en el recuerdo a Asturias, su tierra de verdes valles, bosques de inmensa frondosidad y caudalosos ríos; y a menudo buscarán en su recuerdo el pasado añorado, pleno de largas jornadas invernales alrededor del fuego del llar, escuchando historias ancestrales de su abuelo, las calurosas jornadas de trabajo estival y el merecido baile debajo del hórreo, al son de la pandereta, que se celebraba los domingos.

Una mirada de la memoria que nunca retornará, pero que a través de este trabajo podremos mantenerla viva en el recuerdo.

Alba Rodríguez (Quirós, La Mirada de la Memoria)

…Volverán otros trenes cargados de años nuevos

de nieve reciente, de veranos

de adormecidas brumas…

Volverán otros pasajeros con el destino a cuestas

y sus hijos mamando y sus mujeres

con cántaros

y fuentes sobre su pelo negro.

Volverán otros emigrantes a levantar sus casas

encima del olvido,

ese país de fiebre donde todos los seres

hemos perdido a alguien.

Y otros segadores por entre el mediodía de la avena.

Y otras hilanderas buscando los umbrales…

Volverán, sí…Vengo del Norte.

(A. González Ovies, Vengo del Norte)

Monsacro.net les recomienda una visita al Museo Etnográfico de Quirós y Comarca. Allí encontrarán una muy acertada representación del modo de vida de nuestros abuelos, con sus herramientas, sus útiles de labranza, sus utensilios de cocina…, una recreación que les hará sentirse en otro tiempo, y todo con las magníficas explicaciones de Alba Rodríguez.


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