Los bajos salarios favorecen la llegada de empresas del sector mientras el bajo nivel de idiomas la entorpece
Fuente: LNE. Langreo / Mieres, Miguel Á. GUTIÉRREZ
El «chip» cotiza al alza en las Cuencas y aún parece lejos de haber alcanzado su techo. Responsables institucionales, técnicos y empresarios coinciden a la hora de apostar por los «clusters» tecnológicos como un valor seguro para orientar parte de la reactivación de las comarcas mineras y convertirlas en un foco de referencia dentro del sector. También se da la circunstancia de que la expansión de las compañías tecnológicas en la zona está siendo meteórica ya que sólo ha paso un año desde el desembarco de la primera de ellas, Capgemini en Langreo.
Las subvenciones públicas, el alto grado de formación, los menores costes salariales y el alto nivel de calidad de la vida de las Cuencas figuran entre los factores que colocan al territorio como uno de los destinos más apetecibles de las deslocalizaciones internas (dentro del mismo país o del mismo continente) de las empresas tecnológicas. La escasa necesidad de suelo de este tipo de empresas es otra de las ventajas, teniendo en cuenta las limitaciones de los valles carboneros en este capítulo.
En el otro extremo de la balanza figuran las comunicaciones -aún insuficientes a juicio de algunos empresarios- y el bajo nivel de conocimiento de idiomas de los profesionales del la región, un factor nada desdeñable que puede lastrar las posibilidades de crecimiento del sector.
En la actualidad, junto al centro de lógica difusa de Mieres, hay cuatro empresas del sector de las nuevas tecnologías funcionando o a punto de echar a andar en las Cuencas: dos factorías de software (Capgemini, en Valnalón, e Informática El Corte Inglés, en Blimea); una empresa de consultoría telefónica (Telecyl, en Langreo); y una firma especializada en cartografía y estudios catastrales (Venturo, en la Güeria de Carrocera). Todas ellas suman un número aproximado de 700 empleos comprometidos.
Junto a la pujanza de la iniciativa privada, también se detecta un empuje de las instituciones por este ámbito de riqueza. El presidente del Principado confirmó en sendas visitas a Mieres y Langreo la ejecución en los dos concejos de sendos centros tecnológicos que se financiarán con cargos a los fondos mineros y a partidas ordinarias de la Administración regional. Paralelamente el Instituto de Desarrollo Económico del Principado de Asturias (Idepa) y Sadim -el órgano de reactivación de Hunosa- trabajan para la captación de empresas del sector.
A esos esfuerzos se sumará la Sociedad para el Desarrollo de las Comarcas Mineras (Sodeco), que recientemente anunció su voluntad de apostar por atraer empresas tecnológicas a los valles mineros. Las gestiones actuales del Idepa se están centrando en la actualidad en la captación de empresas que no están dedicadas específicamente a la producción y desarrollo de tecnología, sino a actividades diversas en las que se emplea un alto componente tecnológico.
El primer eslabón de la revolución del «chip» lo puso hace poco más de un año Capgemini. El director de la factoría de software que la multinacional posee en Valnalón, José Luis Lera, apuesta por la cautela y la calidad en los procesos de producción como fórmula para que cristalice el «cluster» tecnológico en las Cuencas. «La llegada de nuevas empresas puede hacer que la zona se convierta en un referente tecnológico a nivel nacional, pero para eso todavía tienen que consolidarse los proyectos actuales; y sobre todo realizarse productos y servicios diferenciadores», argumenta Lera.
Por su parte, el director de la ciudad tecnológica de Valnalón, José Manuel Pérez «Pericles», centra su análisis en la potencialidad de las Cuencas como foco de deslocalización interna, no sólo a nivel nacional sino dentro del ámbito continental. «En este campo podemos llegar a traer empresas de medio mundo. Hay procesos productivos más avanzados que necesitan un determinado nivel de cualificación que aquí, con unos costes laborales menores que en Madrid o en Londres, poseemos», explica Pérez.
El máximo responsable de Valnalón también destaca la proporción empleo creado-suelo ocupado para justificar su apuesta por el sector tecnológico: «Por término medio, un trabajador de una empresa tecnológica ocupa tres metros cuadrados para desarrollar su labor y un trabajador industrial, entre 30 y 50. Eso es un dato importante si tenemos en cuenta la escasez de suelo empresarial de las Cuencas».
Pérez hace hincapié, por otro lado, en la necesidad de dotar al «cluster» de empresas satélite, que sean auxiliares y complementarias de las grandes compañías tecnológicas llegadas a las Cuencas: «No tienen por qué ser todo grandes factorías de software. Hay muchas empresas de 20 o 30 empleados que pueden desembarcar aquí atraídas por las grandes firmas para trabajar asociadas a ellas».
Empresarios y responsables institucionales también coinciden en que la elevada formación de los titulados de la región -con el lunar del escaso conocimiento de idiomas- es un factor decisivo para la captación de empresas. Así lo explica Pedro Llorens, director de la empresa cartográfica Venturo: «La región dispone de suficiente personal cualificado, frecuentemente por encima de las necesidades de los puestos de trabajo ofertados. Es posible que algunas empresas que desarrollan actividades completamente nuevas en Asturias requieran personal con especializaciones no habituales pero esto no debe supone un problema; la calidad de vida existente aquí facilita la incorporación de personal de otras regiones y el alto nivel formativo puede suplir la ocasional falta de especialización».
Llorens también opina que la eclosión del sector tecnológico también puede suponer un mecanismo para corregir parcialmente el desequilibrio por sexos en las listas del paro. «Este tipo de empresas pueden romper con la tradicional situación de paro femenino de las comarcas mineras. En las firmas tecnológicas no hay una tendencia a emplear más hombres que mujeres e incluso en algunos casos es mayor la contratación femenina».
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