miércoles, mayo 03, 2006

El pozo Fortuna, de Turón, símbolo de la represión

Mieres / Langreo, M. A. G. En Mieres, el pozo Fortuna, en Turón, tiene el macabro honor de ser uno de los símbolos de la represión. Posiblemente haya más de 300 víctimas. Aún existen testigos vivos que presenciaron desde el bosque la llegada de camiones y cómo arrojaban los cuerpos al pozo. «En Mieres, cerca del lugar donde se encuentra actualmente un concesionario de coches hay testimonios de una fosa con varias zanjas que, por su tamaño, podría acoger a más de una veintena de víctimas», asegura Álvarez.

Otras informaciones también hablan de posibles enterramientos colectivos bajo el patio del Colegio La Salle, en el Llanu la Tabla o en los montes de Urbiés. También se alude a enterramientos en Peña Rega, al sur del Picu Siana, y en la Güeria de San Juan. En Lena, hay datos sobre fosas en la subida a Pajares. En una de ellas se habla de siete asesinados. También hay reclamados de una fosa en La Ceposa, en las cercanía de Sotiello. Sin embargo, en el valle del Caudal también hay abundantes túmulos con uno o dos asesinados, cuya localización no aparece descrita.

Otra de las zonas más castigadas por la represión fue el concejo de Aller. «En la fosa de Felechosa hay varias personas reclamadas, entre ellas una niña de 15 años que, según se cuenta, reconoció a su padrino entre los asesinos; allí puede haber entre 25 y 35 víctimas. En El Puente de las Muñecas hay varias reclamaciones, pero las estimaciones sobre el número de enterrados son contradictorias ya que unos hablan de unas 15 víctimas y otros de más de 30», apunta Álvarez. En la carretera de subida a San Isidro se estima la existencia de numerosas fosas de pocas víctimas.

En el resto del concejo de Aller existen reclamaciones de personas enterradas en la Colladona, Cabañaquinta, Moreda o Caborana. También hay informaciones de otras en El Pino, El Rasón o la estación de Collanzo. «La cifra final de desaparecidos del concejo no se conoce, pero podrían estar entre los 300 y los 400», apostilla Álvarez.

Fuente: La Nueva España

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