jueves, mayo 04, 2006

AVILÉS-Los arquitectos solicitan a Cultura conservar la antigua Térmica

Ante esta noticia volvemos a preguntarnos: ¿Odia a Ensidesa el actual alcalde de Aviles Santiago Rodriguez Vega? ¿Se está despreciando al patrimonio industrial e historia reciente de la Villa que otros tambien comparten? ¿Se le habrá contado a Oscar Niemeyer los planes de derribo de este edificio que se supone complementario al suyo? ¿Cual será la opinión del arquitecto Brasilenho? Seria interesante, y tranquilizador, conocer las respuestas...

Mientras en Alemania se declaran Patrimonio de la Humanidad unas instalaciones como la de Aviles, en esta Villa se derrumba nuestro legado para mover industrias de sitio, no para crear otras nuevas. (Es importante no confundirse).

De todas formas su Alcalde deberia plantearse si no sería mas rentable para la ciudad el tener instalaciones protegidas por la UNESCO pues hasta podria crearse mas empleo. Esto, al menos, sería más coherente con el papel que se le quiere dar al turismo en el Nuevo Aviles.



Fuente La Voz de Aviles

Desde el PEPA se insiste en que «se cumple la legalidad urbanística» El alcalde asegura que «prefiero el proyecto industrial al edificio» FERNANDO DEL BUSTO/AVILÉS

Sus naves, como la sala de turbinas, son su principal valor para los arquitectos.



Los arquitectos han iniciado sus gestiones para lograr que la Consejería de Cultura conserve la antigua Central Térmica en pie y no se culminen los planes de derribo. «Es una situación difícil, pero lo vamos a intentar», declaró a este diario Jovino Martínez Sierra, representante del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias en Docomomo.Docomomo (Documentación del Movimiento Moderno) es una fundación cultural independiente a la que pertenecen los principales colegios de arquitectos de España y Portugal, además de organismos públicos como el Instituto Andaluz de Patrimonio.

Su principal trabajo ha sido la catalogación de la arquitectura industrial moderna y actualmente trabaja en la arquitectura residencial. En el primer catálogo figura la Central Térmica de Ensidesa como uno de los elementos a conservar.Representantes de Docomomo ya han expresado públicamente a favor de la conservación del edificio.

En ese sentido, han solicitado una entrevista a la consejera de Cultura, Ana Rosa Migoya, para exponerle sus ideas, sin éxito hasta el momento.«El mayor valor de la Térmica es su espacialidad interior, zona como la sala de turbinas son muy interesantes, más que la tipología arquitectónica», explica el arquitecto Jovino Martínez Sierra.

Este profesional, autor del Centro Tecnológico del Acero, entre otras obras, reconoce que «poco más podemos hacer después de haber expresado nuestra inquietud a la consejería de Cultura». Sierra reconoce «muy difícil» lograr que no se derribe el inmueble, si bien apunta que «posiblemente, los gastos de demolición y construcción de un nuevo edificio son semejantes a la rehabilitación del inmueble para usos industriales».

La próxima semana se celebrará la reunión mensual de la Comisión del Patrimonio Histórico-Artístico de la Ciudad, donde se recordará la necesidad de dotar a la Térmica de algún tipo de protección.Desde el departamento de Historia del Arte, la profesora Natalia Tielve recordó ayer la necesidad de conservar el edificio, si bien problemas de agenda le impidieron realizar más comentarios sobre la primera declaración de estas características que aprueba el departamento de Historia del Arte desde el inicio del achatarramiento de la cabecera siderúrgica en Avilés.

«Opinión respetable»

Carlos Robles, delegado en el Parque Empresarial Principado de Asturias de Infoinvest, evitó ayer las polémicas con el departamento de Historia del Arte. «Es una opinión respetable, pero nuestra actuación está dentro de la norma urbanística. También se demolieron los altos hornos y acerías y no pasó nada. No creo que la Térmica sea más importante que la acería. Con esos planteamientos, el parque empresarial no sería posible».Robles no rechazó cambios en el ordenamiento, pero recordó que «cualquier alteración supondrá consecuencias económicas, la primera que no se hará una inversión, pero también hay que pensar a qué se dedica o las servidumbres afectadas por el edificio.

Si la administración quiere conservar, que expropie y pague a Infoinvest».Carlos Robles confirmó que la inmobiliaria estatal mantenía sus planteamientos para derribar el edificio. Robles confía que en las próximas semanas se adopte una decisión sobre la adjudicación de la instalación a una empresa o no. En el primero de los casos, parece probable que la Térmica se encuentra condenada a la piqueta.Por su parte, el alcalde de Avilés, Santiago Rodríguez Vega, expresó su apoyo a la realización de una inversión industrial en la Térmica, aunque esta suponga la pérdida de un elemento del patrimonio de la ciudad. «Hace meses, la ciudad recibió con satisfacción un proyecto industrial para el edificio.

Me parecen muy bien las propuestas del departamento de Historia del Arte, pero prefiero la creación de empleo y la inversión», declaró Rodríguez Vega.



Otro articulo sobre el tema de Juan Carlos de la Madrid

Entiendo los problemas de quienes gestionan los viejos terrenos de Ensidesa. Los entiendo. Entiendo que lo que ayer valía para destino de la vieja central térmica, hoy no valga ya. Entiendo que tengan que darles una salida productiva. Y entiendo, al fin, que tengan prisa.

Pero no entiendo que ya se haya decidido con urgencia el derribo del edificio, sea cual sea su destino final. Debe de haber otra salida. Debe buscarse entre todos. No son pocos los valores que justifican un indulto. Sobran razones. Para empezar, como todo edificio industrial, tiene el valor de lo reciente. De una arquitectura, obra Juan Manuel Cárdenas y Francisco Goicoechea, al servicio de la técnica.

La planta sacó de la escasez suficiente ingenio para cumplir su misión principal: convertir la energía calorífica en energía eléctrica, vapor y hasta viento para los hornos altos. Todo ello usando calderas, turbogeneradores y soplantes. Lo hizo con una solución técnica única. Arquitectura y agua, que son parte de la historia de Avilés y que serán parte de su futuro, tienen aquí una alianza peculiar que habría que respetar y explicar a descendientes y visitantes.

También tiene el valor de lo simbólico. Todo patrimonio industrial es testimonio de la época de la industrialización. Sus edificios se relacionan con la producción, pero son protagonistas de una gran revolución social y económica que cambió su época y que la preparó para el progreso actual. Esto, que es de manual, en la térmica de Ensidesa se cumple a rajatabla.

Pocos cambios socioeconómicos o culturales podremos rastrear en la sociedad asturiana (y hasta española) como el que supuso la instalación de Ensidesa en Avilés. Fue un momento de transformación radical en una España aún de larga posguerra, pero sobre todo fue el momento en el que Avilés dejó de ser lo que había sido durante décadas. Se reinventó. Para unos el cambio fue positivo; lo contrario para otros. Pero para todos es ya historia y merece respeto. Hay que contarla y para ello nada mejor que la conservación selectiva de destacados hitos del gigante siderúrgico. La térmica es uno de los más importantes. Pero se la ha excluido de todo catálogo o mecanismo de protección oficial.

Avilés avanza hacia la destrucción del legado arquitectónico de la época de Ensidesa. El período más importante del siglo XX va a quedar como una hoja en blanco para las futuras generaciones. No sólo por haberse derribado ya algunos ingenios fabriles, desde los más importantes (hornos altos) hasta los más pequeños (las «madrileñas» grúas de la dársena San Agustín), sino porque la destrucción apunta hacia todo lo que fue testimonio urbano de aquella ciudad: ya ha caído el ambulatorio de Llano Ponte y pronto lo hará, por ejemplo, la residencia de ingenieros de González Abarca.

De quienes se arrepienten ahora de no haber defendido los hornos de Ensidesa, al menos uno debería hacer algo para no engrosar el ya crecido caudal de sus lágrimas de cocodrilo, que amenaza con formar un «tsunami» dispuesto a arrasar toda la historia siderúrgica.

Otro valor. El valor del futuro. La convulsión que está suponiendo en Avilés, tan sólo la noticia, del complejo Niemeyer, puede ponernos en la pista de la riqueza de soluciones como éstas. Quienes ven en el suelo industrial un bien escaso tal vez no acierten a ver que ese suelo puede servir para industrias de distinta naturaleza a las de siempre. El efecto Niemeyer ha sido más vigoroso, en creación de expectativas económicas y de ilusión en la sociedad, que todos los planes de reindustrialización acometidos hasta ahora.

De ese efecto puede beneficiarse la térmica. Ya no produce. Es el momento de ponerla a producir. Que sirva para enseñar sus soluciones técnicas y su arquitectura, que sirva para mostrar a los avilesinos nuevos cómo vivieron y por qué sus padres y abuelos, que sirva para honrar a los que en ella trabajaron durante muchos años. A

A esos mismos que aún se reúnen periódicamente en comidas de camaradería para contarse historias de cuando trabajaban allí. No creo que ellos, «productores» e ingenieros, quieran ver cómo besa el suelo. Pero me gustaría oírlos, o leerlos. El valor del patrimonio de Avilés, desde hace años lo escribimos; es el del conjunto.

Tenemos la inmensa suerte, ésa que no tendrán jamás otras ciudades ricas en edificios nobles, de poseer todo tipo de patrimonio arquitectónico, desde la Edad Media hasta hoy. La térmica es un testimonio estratégico de importancia capital sumado a lo que hay. A Avilés le faltaba un jalón de arquitectura contemporánea; lo va a tener con las trazas de Niemeyer. Los que vengan a ver ese edificio verán, encantados, otro museo de la técnica que para entonces estará muy cercano en el espacio, si se recupera la térmica y se reordenan urbanísticamente los terrenos de esa margen de la ría.

La oferta de Avilés sería única. Las arquitecturas industriales, sumadas al casco histórico y al edifico de Niemeyer, harían de Avilés una potencia en edificios visitables. Los que vinieran a ver uno verían, agradablemente sorprendidos, todos. La térmica podría seguir siendo, después de los años, industria. Una industria rentable, nueva y limpia. Hace tiempo enturbió nuestros cielos, pero hoy no podemos permitirnos echarla al suelo.

No pueden los vecinos de Valliniello, que tragaron su contaminación en primera línea y se manifestaron en su contra. Ellos, incluso los que ya no viven allí, se acordarán. Es el momento de que se manifiesten a su favor. La térmica es un edificio único. Cuenta gran parte de la historia reciente de Avilés y puede ayudar a labrar su futuro inmediato. Ninguna ciudad sensata, celosa de su historia o previsora de su economía, prescindiría de ella. No nos podemos permitir el derribo de la vieja central térmica de Ensidesa.

Pesaría por siempre sobre la conciencia de quienes blandieran la piqueta y de quienes estuviésemos mirando.

Más información


Technorati Tags:

No hay comentarios:

Publicar un comentario