Esta localidad toma su nombre precisamente de los abundantes molinos que existen en el entorno, de los cuales se conocen más de treinta. La villa de Arroyomolinos se encuentra situada en las estribaciones de la Sierra de Montánchez, desde donde descienden las aguas que recorren una abrupta garganta, conformando un bello paraje, sobre el cual se levantan los molinos que dan nombre a la población. Su ubicación permite al viajero disfrutar de las escarpadas laderas, que por medio de senderos le llevan a diversas fuentes naturales y con vistas de los valles que la rodean. Es aquí donde el viajero puede encontrar el camino más conocido y más recorrido por los viajeros como es 'La Ruta de los Molinos'.
LA RUTA DE LOS MOLINOS
La naturaleza muestra su máxima belleza en la garganta, a lo largo de la cual se levantan los molinos harineros, los cuales tienen origen romano y fueron utilizados hasta no hace muchos años para moler el grano. Se aprovechaba el curso de las torrenteras para generar la energía necesaria que movía las ruedas de la molienda. La rehabilitación de algunos de estas joyas de la arqueología industrial permite utilizarlos en la actualidad como albergues. El viajero tampoco debe perderse 'la piedra del dedo meñique', que es un guijarro de cerca de 40 toneladas que permite con una leve presión el movimiento oscilatorio de la misma. Es sin duda, por lo insólito y por la belleza del paraje en donde se encuentra, uno de los mayores atractivos. En las inmediaciones de esta piedra, el viajero puede encontrar otras tales como: Peña Amarilla, Peña Aguilera, Piedra de los Aviones, Fuente Alba (Fontalba), de las que puede disfrutar.
HISTORIA
Aunque existen algunos vestigios en la población que se remontan a tiempos remotos de la cultura celta, lo cierto y contrastado es que en los primeros años del siglo XIII, el rey Alfonso IX, conforme se avanzaba en la lenta Reconquista, concedía terrenos a colonos cristianos con el fin de repoblar estas tierras, antes, como no ocupadas por la cultura musulmana, que ya entonces aprovechaba la fuerza con que el agua bajaba por la ladera de la sierra para mover sus molinos.
PATRIMONIO
El viajero no debe perderse la visita a la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, que los autores clasifican de finales del siglo XV o bien de principios del XVI y su estilo se encuentra dividido entre el gótico y renacentista. La principal peculiaridad es su torre, cuya base permanece hueca y por debajo de la cual para una de las calles de la villa. Brilla con luz propia la puerta del Evangelio, de estilo plateresco, ricamente decorada con motivos vegetales, calaveras y escudos de la virgen y de la Orden de Santiago, a la que perteneció. En su interior, hay un magnífico retablo del siglo XVIII. También cabe destacar la Cruz de San Martín, la Ermita de San Sebastián y los Escudos repartidos por toda la villa. Tampoco faltan edificaciones con clásico sabor de buena arquitectura popular. Siguiente: Torremocha
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