miércoles, julio 19, 2006

El Principado sólo autoriza el derribo de una quinta parte de la fachada de la estación de ALSA

Una estructura metálica sujetará desde el interior toda la parte catalogada y albergará las nuevas dependencias Las instalaciones provisionales de la terminal costarán 240.000 euros M. MORO/GIJÓN. El Comercio Digital/Vocento

La remodelación provisional de la estación de autobuses de Gijón ha salvado el último escollo administrativo que se interponía en su camino. La Comisión de Patrimonio del Principado de Asturias ha dado su informe favorable a la propuesta presentada por la compañía ALSA para construir unas nuevas dependencias para el uso de los viajeros.

En la actualidad servicios como las taquillas de venta de billetes, y facturación están ubicados fuera de la estación y en locales de alquiler, algo que no satisface a la empresa ni a los miles de personas que cada día usan los autobuses que salen de esta terminal de transporte por carretera.

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Según ha podido saber EL COMERCIO, este organismo dependiente de la Consejería de Cultura ha dado su visto bueno a las obras que afectarán a la terminal gijonesa con una única condición: «Que se mantenga la integridad de la fachada» que forma parte del catálogo local de edificios singulares y protegidos. Al parecer, la empresa de transporte pretendía realizar algún tipo de reforma sobre ese elemento que la Comisión de Patrimonio ya ha advertido que no será admitida.

La protección de la envolvente exterior del arquitecto Manuel del Busto no planteará trabas, sin embargo, para el derribo parcial de aproximadamente una quinta parte de la fachada. Se trata de un ala añadida al edificio original toda de ladrillo, en muy malas condiciones, que se encuentra en la esquina que forman las calles de Magnus Blikstad y Ribadesella. Además, su valor arquitectónico es nulo para los técnicos de la comisión que ha dado luz verde al proyecto de remodelación.

Con esas premisas, la intervención autorizada por la administración regional incluirá básicamente trabajos de demolición intramuros, para poder reunir en unas nuevas dependencias los servicios básicos de la estación. Para habilitar ese nuevo espacio y al mismo tiempo afianzar y proteger desde dentro la parte catalogada del edificio se construirá, mediante piezas ensambladas, una gran estructura metálica interior. Este elemento de sujeción tendrá su propia cubierta.

Fuentes consultadas del Principado explicaron que el montaje de esta estructura será «una operación muy delicada», aunque al tratarse de una construcción metálica se podrá hacer con cierta rapidez. Tampoco conllevará, según estas mismas fuentes, grandes trastornos en el entorno de la estación de autobuses de ALSA. «El aseguramiento de la envolvente principal se hará todo desde el interior y de haber algún tipo de ocupación será de la acera de Magnus Blikstad», señalaron desde la Consejería de Cultura.

Con esta solución transitoria se conseguirán varias cosas que interesan a los otros dos protagonistas principales de esta intervención: la empresa ALSA y el Ayuntamiento de Gijón. Por un lado, se eliminarán los deteriorados y feos andamiajes que sostienen actualmente, a la vista de todo el mundo, la fachada de la terminal. Por otro, se ganará seguridad para las personas y vehículos en una calle que soporta a diario una fuerte circulación rodada y peatonal.

Según ha podido saber EL COMERCIO, el proyecto de reforma provisional de las instalaciones de ALSA prevé una inversión aproximada de 240.000 euros (unos 40 millones de pesetas). La mayor partida irá destinada a ese armazón metálico interior.

En otoño

Con el informe autonómico positivo, y una vez que éste sea notificado a la propiedad de la estación y al Ayuntamiento de Gijón, este último podrá ya otorgar sin problemas la licencia de obra. No en vano sus técnicos habían dado ya el visto bueno a la intervención antes de remitir el proyecto a Oviedo. Las fuentes consultadas aseguran que el expediente municipal que se llevó a la Comisión de Patrimonio «estaba muy bien armado» y que, por tanto, el camino para adecentar mínimamente la estación de autobuses gijonesa esta expedito.

A pesar del empujón administrativo que se ha dado en las últimas fechas a estas largamente esperadas obras, no es probable que la remodelación de la terminal arranque antes del otoño. Tanto ALSA como el Consistorio gijonés, que deben reunirse para diseñar un plan de trabajo conjunto, son proclives a dejar pasar la temporada estival para no «penalizar» a los viajeros en la época de mayor afluencia de visitantes a la ciudad.


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