FUENTE LVA // Si boquiabiertos se quedaron el jueves por la noche muchos de los invitados (miembros de la Corporación y empresarios) a la presentación del cuarto proyecto de Santiago Calatrava para El Vasco, no menos sorprendidos se mostraron ayer algunos arquitectos asturianos al conocer, a través de los medios de comunicación, las tres torres inclinadas de 133 metros de altura con capacidad para 300 pisos que se alzarán sobre los terrenos de la desaparecida estación ferroviaria.
«La imagen de marca» que traslada Calatrava en este trabajo «preocupa» al decano del Colegio de Arquitectos de Asturias, Ángel Noriega, porque «no reconoce» en él los intereses iniciales del autor. En su primera visita a Oviedo, «me comentó su afán por lograr una edificación que respetara el entorno y el perfil de la ciudad, con la catedral al fondo». El Vasco, a su juicio, «necesita un remate más sosegado sin estridencias».Además, Noriega cree que «hay cierta inseguridad» sobre cuánto se puede edificar en la parcela.
Cada propuesta tenía «diferentes volumetrías», por lo que pidió al Ayuntamiento que realice «una comprobación legal» de cuál es el aprovechamiento real.El decano aprovechó el momento para pedir la desaparición de los «encargos directos». Apostó por la organización de concursos públicos de ideas para dar oportunidades a todos los arquitectos. Fernando Nanclares, por su parte, vinculó la nueva idea de Calatrava «a la sociedad del espectáculo, apoyada por una cuestión económica poderosa».
El coautor del plan director del Prerrománico, reconoció el «efecto electrizante» de las torres y aunque ve «con admiración» el trabajo, lamentó que «se escape de la racionalidad». «Oviedo viene ya desde algún tiempo ofreciendo fantasía», completó. «No es la ciudad que deseo, dijo» José Ramón Fernández Molina, quien aseguró que el proyecto de Calatrava «no es el que yo haría».
Al experto en patrimonio industrial le asaltan dudas. Le «choca», por ejemplo, el procedimiento utilizado para dar a conocer el último plan: «No sé si fue una presentación pública o privada ni si la asumen los representantes políticos», apuntó. Instó a la administración «a opinar».Felipe Díaz de Miranda también demandó más detalles, como el contenido de algunos edificios. «Mi primera impresión fue de sorpresa, porque ha planteado una solución radicalmente distinta a la inicial, aunque sigue en al línea de la arquitectura espectacular».
Otros arquitectos, como Ramón Fernández-Rañada, lamentan las posibilidades perdidas. Con la edificación de El Vasco, «Oviedo perdió en su día una oportunidad de oro: unir las dos vías estrechas de Económicos y El Vasco bajo tierra».
Palacio de Congresos de Oviedo de Santiago Calatrava
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