miércoles, abril 11, 2007
El valor del patrimonio industrial intangible
Por "Serikame"
Es posible, es necesario y además impostergable, que Avilés ciudad y comarca, estabilice su patrimonio industrial. Estabilizar significa no seguir destruyéndolo, so pretexto de urbanizar, acondicionar y gestionar terrenos.
El proceso de restauración de cualquier memoria histórica perdida, pasa por ponerla en valor. Este proceso es complejo, lo deben desarrollar los expertos, los que conocen el valor de los bienes, de los vestigios.
Son estudiosos, académicos, investigadores y especialistas en arqueología, arquitectura o en historia de la ingeniería, los que se deben descubrir los secretos, que subyacen en las factorías, las infraestructuras y los complejos industriales. Y esos secretos unidos a su singularidad, son los elementos argumentativos que deben esgrimir estos expertos ante las administraciones, ya que estas son las últimas instancias, en las que recae la protección de los bienes del patrimonio histórico o natural.
Hasta aquí todo parece sencillo y racional, pero no olvidemos que los bienes de nuestro patrimonio industrial, están asentados en terrenos. Los terrenos industriales, al margen de que dejen de serlo o no, como es el caso de los del PEPA, son codiciados por un sector de una voracidad inusitada, el sector inmobiliario.
Esto deja a los vestigios industriales en un limbo de indefensión legal, ante los afanes de la piqueta de algunos ayuntamientos, carentes del suficiente y apropiado territorio, para poder desarrollar un plan ambicioso, aunado a los afanes recaudatorios de las administraciones municipales, que logran gracias a la varita mágica de la recalificación.
Todo el mundo opina y puede hacerlo acertadamente, sobre la necesidad de proteger y restaurar los vestigios del prerrománico, o sobre la singularidad de un edificio, que construyó a principios del diecinueve, un indiano de dudoso gusto estético, que más parece un pastelazo de boda kitsch, que una pieza patrimonial de la arquitectura.
Pero, quién podría establecer la importancia de los bienes tangibles e intangibles del legado industrial del desarrollismo de Ensidesa, en Avilés. Es más pocos hablan de ello. Si ya es difícil meterse a valorar un bien tangible, que se salga un poco de los parámetros estéticos y de relatividad social, antropológica y económica, de lo que podríamos llamar episodios históricos oficiales, más aún lo es hablar de bienes del patrimonio, si estos vestigios son intangibles.
Este es el caso que nos ocupa hoy, establecer el verdadero valor, que hay en los bienes del conocimiento tecnológico que se hayan guardados y custodiados en la memoria personal, de los que vivieron y protagonizaron la historia de la industria siderúrgica en Avilés y su comarca. Yo soy de la opinión, que como sociedad estamos cometiendo un error grave con Ensidesa, quizá por razones nobles, pero con nefasta consecuencias.
Avilés quiere erradicar aquella imagen de ciudad contaminada por la industria franquista contaminante, depredadora y coludida con el tráfico de influencias, que enriqueció a aquella banda de pícaros del montaje industrial, pero por querer borrar el mal, estamos olvidando el bien. La amnesia volitiva es un mal al que recurrimos los humanos con facilidad, desde el psicoanálisis individual al colectivo, nuestra huída hacia delante no logra escapar de las neurosis, ni dejar atras los recuerdos, que siempre, tarde o temprano acaban por aflorar, encima condenamos al olvido lo que hay de bueno en todo mal, como dice Lao-Tse.
Ensidesa aportó muchas cosas buenas a Avilés. Desde un evidente mestizaje, enriquecedor de las endogamias astures, que modificó las relaciones laborales, sindicales y sociales en la zona de influencia, hasta la creación de un centro de conocimientos tecnológicos sobre la siderurgia y sus sistemas coadyuvantes.
En su momento de apogeo, ese centro fue pionero en España, porque los conocimientos y las experiencias profesionales de las mujeres y los hombres que escribieron esa parte de nuestra historia industrial, fueron y son apreciadas por muchas universidades y plantas siderúrgicas repartidas por todo el mundo. Sería una irresponsabilidad injustificable, por nuestra parte, que cayera en el olvido todo ese saber hacer, ese bien intangible.
Nos sorprendería saber la valoración que haría un experto internacional en ingeniería, del enorme caudal de datos, información y procedimientos, que en torno al mundo de Ensidesa se generó. Para los legos, como yo es difícil de apreciar este saber hacer de los técnicos que tuvo Ensidesa, pero hablando con cualquiera que sepa del tema quedaremos sorprendidos por el nivel, la calidad, el reconocimiento y el prestigio internacional que tuvieron.
Nos sorprendería saber que Ensidesa fue durante tiempo la universidad de siderurgia nacional. Porque en ella se daban cita muchos, diferentes y complejos procesos industriales. El valor de ese saber hacer, lo tuvieron que apreciar muchos países, y así lo demandaron en muchas plantas siderúrgicas de Malasia, o de China. Para subsanar este olvido ya se han dado pasos precisos y correctos, por parte de la iniciativa privada y de la administración.
Hay un trabajo de minería de datos, realizado por parte del centro de documentación de Arcelor-Mittal, nada desdeñable. Documentos técnicos, maquetas, archivos de imagen y sonido, e incluso aparatos, han sido rescatados por un equipo que dirige Cancedo, donde trabaja también Monge, el director de cine. Todos ellos con un amor y una dedicación por el valor patrimonial industrial tal, que todo lo que cae en sus manos, recibe el mismo tratamiento de una reliquia, digna de los altares, en el mejor sentido de la palabra, para su adoración y respeto.
Por su parte también el Ayuntamiento de Avilés ha dado pasos, pocos pero acertados, para la conservación del archivo social de Ensidesa, a través de los talleres de arqueología con sede en la plaza de Llaranes, para la restauración, conservación y taxonomía del patrimonio fotográfico de la parte social de Ensidesa. Cuyo resultado será uno de los legados documentales más ricos y valioso para los investigadores de la antropología social y de la historia del siglo XX.
Y aquí es a donde voy, estamos muy cerca de poder guardar en la memoria, antes de que desaparezcan y se destruyan los testimonios de aquellos que protagonizaron los episodios de aquella grandeza tecnológica. Tan sólo bastaría un pequeño empujón y estaríamos ante la posibilidad de tener el primer museo de la industria de Avilés. Podría ser una realidad, aunque fuese virtual, pero al fin real en el sentido de realidad que tienen la investigación, la preservación, la conservación e la interpretación.
El futuro museo de la ciudad de Avilés, debería contar esta parte de la historia de Avilés a través del testimonio vivo de los que saben cómo se hizo y cómo se vivió aquella revolución industrial, que convirtió al Avilés de entonces, en la ciudad con mayor crecimiento demográfico de Europa.
La historia viva anida en las mentes, aún lúcidas de muchos técnicos, trabajadores, algunos jubilados pero todos hermanados en aquella empresa que dio sentido a sus vidas profesionales durante tantos años. Hoy, día gracias a los adelantos tecnológicos de la virtualidad, de las escenografías en 3d, aunadas a las bases de datos que gestionan archivos multimedia, podríamos tener Ensidesa, en todo su esplendor de producción, en plena actividad industrial.
Como nunca antes lo hicimos, podríamos mostrar Ensidesa sin contaminar el medio ambiente. Aquella siderúrgica nacional, convertida hoy en parte del Grupo Mittal, es un legado de información y cultura tecnológica, de gestión y ciencia, de investigación y desarrollo, que debidamente ordenado y dispuesto, podría ser un centro de atracción y estudio, de gran utilidad para estudiantes de ingeniería, así como para viajeros del tiempo, que deseen caminar junto a una colada de arrabio que no les quema.
Ver un alto horno funcionando y escuchar los sonidos de una vara de oxígeno de LD insuflando, como una gigantesca fragua es, además de una proceso sorprendente de la física y la química, un espectáculo inolvidable que conmueve. Dicen los detractores, que esto es un simulacro del mundo, pero también lo son el teatro, el cine y la literatura de la realidad, y nadie les resta su valor catártico como experiencia vital, como aprendizaje, como actividad cultural que nos cohesiona y da sentido como sociedad.
Otros niegan que sea virtual, y alegan que, a su manera todo lo que se haga en 3D es real, aunque sea una representación de algo, tiene un valor como representación, valor que para mí se debe tratar como un bien económico, que está a caballo entre la industria del ocio y la industria cultural, que a pesar de su intangibilidad, produce y genera en el mercado otros bienes, recurso y puestos de trabajo, en fin nuevos valores.
Para ello es necesario diseñar y establecer estrategias muy finas y precisas de segmentación del mercado, para adecuar el mensaje al medio específico para cada perfil de cliente o usuario, pero funcionará, como cualquiera otra receta, si seguimos correctamente los pasos.
Lo virtual es una formulación adecuada, para cuando los elementos a mostrar han desaparecido y cuando, hacer un modelo volumétrico o maqueta, es demasiado complejo y costoso. Los viajeros de Internet que conocen Google Earth saben de las posibilidades que la virtualidad ofrece para experimentar y conocer ciudades, paisajes, edificios, monumentos y obras de arte.
En Avilés ya se están empezando a dar lo primeros pasos en este sentido, para virtualizar algunos de los más destacados exponentes de nuestro patrimonio. Dentro de unas semanas, los viajeros de Google Earth verán en 3D, la escultura “Avilés” de Benjamín Menéndez o el Puente de San Sebastián, rediseñado por Ramón Rodríguez, incluso puede ser que famoso Centro Niemeyer.
También han sido virtualizados en 3D, muchos edificios de la vecina ciudad de Piedras Blancas, internacional gracias a la maestría y a la dedicación, de uno de aquellos brillantes técnicos de la extinta Ensidesa, JMG, (y 2) quien ha logrado ser uno de los veinte desarrolladores de estructuras en 3D, a nivel mundial, homologado por la multinacional Google. Quien empezó en Ensidesa, a dar sus primeros pasos en el diseño de piezas industriales en 3D, con el programa Sketch.
Estos son los valores del patrimonio industrial intangibles a los que me refería, los que guardan en la memoria los protagonistas de la historia industrial de Avilés y su comarca, a los que debemos aprender a reconocer y valorar.
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