Recuperar y conocer de cerca la historia de Valdemorillo y ver cómo el municipio se hizo un nombre dentro de la industria en siglos pasados ya es posible gracias a su nueva Cueva Museo de Cerámica y Vidrio (CUMVAL). En este nuevo espacio, que este miércoles se inaugura, se pueden contemplar desde restos arqueológicos de la Edad del Bronce hasta porcelana, loza fina y vidrio producidas en la localidad entre los siglos XIX y XX. Fuente: Madridiario
Valdemorillo, municipio serrano a 38 kilómetros de la capital, dispone de un museo único en la Comunidad de Madrid: la Cueva Museo de Cerámica y Vidrio (CUMVAL). La peculiaridad de esta nueva instalación es que además de estar ubicado en una cueva, está dedicado a la arqueología industrial. "El objetivo es enseñar a los vecinos de Valdemorillo y a los turistas cuál es el origen de la economía local, y a la vez, hacer un homenaje a la antigua fábrica de cerámica y vidrio que estuvo en el municipio", indica la coordinadora del museo y técnico de Cultura, Pámela Sprätz. La CUMVAL está emplazada en la que fue una antigua cueva o pudridero de caolín, material utilizado como base para la elaboración de porcelana.
Valdemorillo, municipio serrano a 38 kilómetros de la capital, dispone de un museo único en la Comunidad de Madrid: la Cueva Museo de Cerámica y Vidrio (CUMVAL). La peculiaridad de esta nueva instalación es que además de estar ubicado en una cueva, está dedicado a la arqueología industrial. "El objetivo es enseñar a los vecinos de Valdemorillo y a los turistas cuál es el origen de la economía local, y a la vez, hacer un homenaje a la antigua fábrica de cerámica y vidrio que estuvo en el municipio", indica la coordinadora del museo y técnico de Cultura, Pámela Sprätz. La CUMVAL está emplazada en la que fue una antigua cueva o pudridero de caolín, material utilizado como base para la elaboración de porcelana.
Y es que Valdemorillo contó entre los siglos XIX y XX con una importante fábrica de porcelana y vidrio junto a la cueva, que estuvo abierta hasta 1937, cuando fue destruida en la batalla de Brunete. De aquella antigua factoría sólo quedaron en pie tres hornos con sus correspondientes chimeneas, ahora símbolo del municipio. "La idea de tener una Cueva Museo surgió con la inauguración de la Casa de la Cultura en 1999 -señala Sprätz-.
Entonces, muchos vecinos donaron piezas que se habían elaborado en la antigua fábrica. Con ese material, se realizó una exposición. Después se pensó que se podía crear un museo con ellas, aunque no se sabía cuál sería la ubicación". En 2003, un grupo de mujeres que participaban en un taller de empleo de la Comunidad de Madrid, rehabilitó la cueva que hasta entonces había estado abandonada y sólo era usada como almacén municipal. "
Al quedar rehabilitada, vimos que era el lugar idóneo para albergar la colección que tenemos", asegura la técnico de Cultura. Poco a poco, el Ayuntamiento se fue haciendo con más de un centenar de piezas aportadas por los propios vecinos y también donadas por María Giralt, descendiente de los últimos propietarios de la fábrica. En la Cueva Museo, no están todos los objetos donados, "aquí sólo hay una pequeña representación, porque el espacio es muy pequeño y no cabe todo", afirma Sprätz.
En este singular museo se pueden encontrar desde fragmentos de cerámica datados de la Edad del Bronce y que fueron encontrados en el término municipal de Valdemorillo, hasta diversos objetos creados en los diversos períodos de producción industrial en la localidad. Hay objetos de menaje, como platos, fuentes, jarras y tazas, así como material de laboratorio como morteros, tintoreras y aisladores eléctricos. También se encuentran restos de masa de vidrio sobrante...
Todo este material es representativo de la labor que se realizó en la fábrica a lo largo de sus casi cien años de funcionamiento, entre 1845 y 1937. Asimismo se exponen piezas que se realizaron en los llamados fabriquines, pequeñas fábricas que surgieron en 1914 en los alrededores de la factoría y que se dedicaban a la industria de la cerámica y la porcelana. La Cueva es como una sala abovedada con arco de medio punto, realizada toda ella con piedra berroqueña, que salió de las canteras de granito del propio municipio.
"Todavía hoy en día conserva la humedad, temperatura y la iluminación que era necesaria cuando se usaba como pudridero", explica la responsable del museo. La instalación también se extiende por lo que es la Casa de la Cultura, construida alrededor de los tres hornos de la antigua fábrica, y que aún hoy se pueden visitar. Actualmente, el espacio de las chimeneas se dedica a albergar diferentes exposiciones de obras contemporáneas.Historia de una fábricaLa antigua factoría conoció dos etapas diferenciadas desde que se construyó en 1845.
La primera correspondió a la Fábrica de Porcelana y Loza Fina de Juan Falcó, popularmente conocida como Sociedad del Aulencia. La creación de esta industria permitió un importante crecimiento poblacional, y trajo mejoras para el pueblo. En esta época se fabricaron sobre todo vajillas de loza fina y juegos de té, algunos de los cuales estuvieron presentes en la mesa de Alfonso XII. Fue, además, la primera empresa en España que introdujo la decoración floral por calcomanía y se realizaron diseños que ganaron premios en exposiciones internacionales.En 1914, la fábrica cerró por la fuerte competencia y las dificultades del transporte. "Precisamente el transporte desde Valdemorillo era bastante complicado y encarecía el precio final del producto.
Además, empezó a escasear el caolín en aquel entonces", recuerda Sprätz. Pero un año después, Juan Giralt Laporta se hizo con la instalación y se convirtió en la Fábrica de Porcelana y Vidrio Giralt Laporta. En esta nueva etapa se dejó a un lado la elaboración de porcelana fina y se centró en la fabricación de productos para laboratorio y para la industria eléctrica. En esta época, esta fábrica empezó también a producir por primera vez en España pirex o vidrio resistente al fuego, bajo la marca VALMA (Valdemorillo Madrid). La Guerra Civil puso fin a la producción de la fábrica Giralt Laporta. Un bombardeo durante la batalla de Brunete la destruyó casi por completo.
Pasada la contienda, el Gobierno propuso a la familia propietaria el traslado de la factoría a Villaverde. "Esto supuso un cambio enorme en el municipio. Hasta entonces gran parte de la población de Valdemorillo trabajaba en la fábrica, y con el traslado, el 50 por ciento de los trabajadores se marchó de la localidad", indica Sprätz.Sin embargo, la industria cerámica de Valdemorillo no acabó en 1937, pues muchos fabriquines continuaron con su labor después de la guerra.
Precisamente el año en que cerró la Fábrica de Juan Falcó, se creó una manufactura de gres, que ha continuado hasta casi nuestros días. Era el fabriquín de gres artesanal que se conoció con el nombre de ASO (iniciales de su propietario Antonio Salvador Orodea), y de cuyos hornos salieron los suelos de la Casa de la Cultura. La cerámica ASO obtuvo diversos reconocimientos hasta 2003, "cuando tuvo que cerrar sus puertas porque no era competitiva", concluye la coordinadora del museo.
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