RAFA BALBUENA/ MONSACRO.NET/
El
legado arquitectónico industrial del País Vasco continúa avanzando
en el proceso de mostrar y fomentar su riqueza como activo de interés
histórico y turístico. La vieja fábrica de Consonni en Zorrozaure
(Ría de Bilbao), donde se conservan todo tipo de piezas vinculadas a
Altos Hornos de Vizcaya y el resto de industria vasca, anuncia la
apertura al público general de un programa semanal de visitas
guiadas al recinto. La
medida, según avanza el diario Deia, echará a andar en septiembre,
y obedece a la
intención de promocionar un programa de visitas ya existente pero
que hasta ahora se hallaba restringido a ocasiones y grupos
puntuales.
Aunque
la fábrica no es un museo en sentido estricto, el catálogo de
piezas está ordenado y en condiciones de ser visitado de modo
didáctico. Así lo ha destacado Mikel
Aizpuru, director de Patrimonio Cultural del Gobierno vasco, aun
admitiendo que de momento la antigua fábrica es solo
“un centro de depósito al que queremos dar más visibilidad”. Se
trata en todo caso de un paso adelante en un
proceso de catalogación que “de
forma más sistemática” se dispone a poner en valor las más de
2.000 piezas de maquinaria allí recogidas, explicándolo y
detallándolo “para que la gente sea consciente del valor
industrial, de dónde venimos”.
“El
material es muy variado, están representados prácticamente todos
los sectores desde las artes gráficas hasta la industria minera,
pasando por la alimentación o el sector naval”, añade Armando
Llamosas, técnico de Cultura del Gobierno vasco que conoce en
profundidad la maquinaria cobijada en los casi 4.000 metros cuadrados
de la fábrica. Todo este material, proveniente de donaciones, está
documentado mediante fichas en las que constan todas sus
características. “En los años 90 hubo una caída industrial
terrible. Se cerraron muchas empresas y hubo una recogida de material
importante. Ahora es muy residual”, constata.
Entre
el resto de piezas de la historia industrial vasca que atesora este
recinto se conservan varias de gran singularidad, algunas de las
cuales datan de principios de los años 20 del siglo pasado. Llamosas
pone como ejemplos una cosechadora de madera de la empresa alavesa
Ajuria o una de las motocicletas Lube que se producían en Lutxana.
“Durante unos años fueron las motos oficiales de la guardia
civil”, explica. Otras piezas dispares son un camión de bomberos
de 1944 que perteneció a Astilleros Españoles; un microscopio, “que
en su día fue muy puntero”, de la Dow Chemical Unquinesa de Leioa;
una chocolatera para hacer cacao perteneciente a la fábrica de
Galletas Artiach; o una ampliadora de Foto Garay, que bajó su
persiana en 2009 tras casi un siglo de vida.
A
esta propuesta, que contribuye a apuntalar iniciativas como el
recorrido fluvial por la ría de Bilbao que organiza el Museo
Marítimo, se han sumado durante el verano otras iniciativas de
interés como las visitas
al Molino Fanderia en Rentería, potenciando el conocimiento del
patrimonio industrial en la provincia de Guipúzcoa,
cuantitativamente menor en volumen respecto a Vizcaya, pero
igualmente relevante en el devenir
colectivo de la economía vasca. Mientras tanto, en Asturias
seguimos esperando por un plan integral que coordine la recuperación,
conservación y puesta en valor unificada de los museos y de los
abundantes recursos históricos de carácter siderúrgico y minero
que, en su mayor parte, funcionan sin interactuar con el resto de
entidades o directamente languidecen por la región. En esa tesitura
la propuesta de Revista Monsacro para promover un uso didáctico del
patrimonio industrial avilesino sigue sin haber recibido, durante
su primer medio año de vida, respuesta alguna ni interés manifiesto
por parte de las administraciones públicas. Un ejemplo más para
recordarnos aquello de que las comparaciones, en general, suelen ser
odiosas.
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