domingo, enero 06, 2008

Avilés: Cayo la Termica. Voladas las 3 Chimeneas


Las dos chimeneas de la térmica que aún quedaban en pie, cayeron finalmente. Tres chimeneas , tres de original factura, no simples formas troncoconicas a las que podria hacerse indultado una vez condenada la Térmica. Las tres formaron parte de la silueta de la ciudad durante 50 años, y ahora ya no están. Claramente no gustaban, o lo que es peor, daban igual a los gerentes de la cosa publica local y administradores de la general .


Ahora bien, la Térmica no era el último icono de la siderurgía Avilesina. Quedan los depositos auxiliares en la carretera de Valliniello y de mayor importancia, a criterio de algunos los que así opinamos, son las formidables naves de hornos de fosa y laminacion en caliente,


Video de las voladuras. Fuente Carlos Alonso. "Lavagoneta"




Obra del genial ingeniero Carlos Fernandez Casado, son instalaciones catalogadas por el do.co-mo.mo que por su enorme tamaño pueden ser aprovechadas y acondicionadas para multiples usos, entre ellos el de almacen de bobinas, su actual utilizacion. ¿Porque no se construye en su interior un parque empresarial? ¿ Un polideportivo? ¿ Un museo de la industria, tema sobre lo que Avilés tiene mucho que decir...?

Enfín muchas cosas y una gran oportunidad de aprovechar una "joya" patrimonial bajo una optica vanguardista, aproximación de la que algunos gestores se encuentran bastante necesitados.


Este será el siguiente simbolo a proteger, y esperamos que por lo que hay en juego, ahora se tomen el tema en serio.






¿A alguien le recuerda este venerado edificio a los hornos de fosa? El modelo no podría ser más claro. En Alemania está en los sellos de correos. Aquí.....



La muerte de las trillizas


ALBERTO DEL RÍO LEGAZPI Desde hace unos días eran gemelas, porque ya había palmado una. Pero mañana está previsto que apiolen a las dos restantes, en un ejemplo más de dinamización dinamitera hacia el patrimonio industrial de la ciudad de Avilés. Hace cincuenta años que esta villa asturiana venía luciendo en su tan rico como inapreciado, cuando no violentamente despreciado, paisaje industrial tres chimeneas idénticas.


Un emblema por triplicado en el horizonte que señalizaba su pertenencia al complejo de la central térmica, poderoso ejemplo de arquitectura industrial, trazado hace medio siglo por Cárdenas y Goicoechea, autores también del tan internacionalmente alabado, urbanísticamente, poblado de Llaranes.




La térmica contaminó, y mucho. Contribuyó a poner perdidos pulmones, camisas, faldas y pantalones de varias generaciones avilesinas. Y era ahora precisamente, cerrada su fase productiva, cuando esta catedral del barroco industrial podía haber sido inteligentemente perdurada, tal como se viene haciendo con multitud de antiguos edificios singulares industriales en otras ciudades españolas y europeas.





Pero primó la ganancia fácil, la falta de imaginación, la ignorancia de una solución inteligente, el desprecio por lo singular y la grosería hacia lo estético. Cerca de la térmica, y ya en terrenos de la factoría Arcelor-Mittal, lucen las monumentales -y catalogadas- naves de laminación en caliente, de 182.000 metros cuadrados, donde Carlos Fernández Casado (aquel ingeniero miembro de la Academia de Bellas Artes y muy conocido por su autoría del puente atirantado de la autopista del Huerna) hizo con ellas -en la década de los cincuenta- complementadas con los primeros experimentos en España, junto con A. Hidalgo, enormes naves prefabricadas de hormigón con artísticos y variados tipos de cubierta.



De su importancia, un ejemplo: la Escuela de Arquitectura de Madrid propuso, hace unos años, a sus alumnos un trabajo sobre las mismas como proyecto fin de carrera. Ahora, me temo que sean las próximas amenazadas por ese oscurantismo que se está cargando el gigantesco patrimonio industrial de Avilés.


Adiós, térmica, adiós

Infoinvest derribó ayer las últimas dos chimeneas del solar del PEPA ante muchos curiosos, que despidieron de forma emotiva las viejas instalaciones de Ensidesa.


NOELIA RODRIGUEZ Numerosos vecinos quisieron acercarse ayer hasta el Parque Empresarial Principado de Asturias (PEPA) para presenciar los últimos minutos de lo que fue el complejo de la Térmica, uno de los más importantes referentes del pasado siderúrgico de Avilés.

A primera hora de la mañana, poco después de las diez, tuvo lugar el primero de los derribos, el de una de las dos chimeneas que aún quedaban en pie hasta hace apenas un día.
A esas horas apenas una decena de curiosos, básicamente trabajadores de las naves industriales cercanas al solar de la Térmica, acudieron a ver la voladura que, al igual que ya se hizo en anteriores ocasiones, precisó de varios kilos de dinamita para quedar reducida a escombros. Un par de horas más tarde, y ante la atenta mirada de medio centenar de vecinos y empleados fue cuando se echó abajo la segunda de las chimeneas, último vestigio de la que fuera la Térmica de Ensidesa.
RECUERDOS DE ENSIDESA Empleados de la actual Arcelor-Mittal, que en sus primeros años de vida profesional conocieron la Térmica a pleno rendimiento, curiosos en general e, incluso, más de una familia con niños incluidos, hipnotizados por lo espectacular de la caída, se acercaron hasta el solar minutos antes de que cayese al suelo la última de las chimeneas.

El estruendo fue acompañado del silencio de los presentes, con la vista clavada en una pequeña edificación que aún queda en pie y que desaparecerá en breve, pero que no precisará de una nueva voladura. La de ayer fue la última.

"Es un momento histórico", comentaban algunos de los presentes, interpretando que con el derribo de ayer ya se da por olvidado el carácter típicamente industrial que durante décadas tuvo la villa avilesina. Una vez finalizado el derribo todos volvieron a sus casas, y lo hicieron mirando al futuro, ya que para volver a Avilés es preciso rodear la parcela sobre la que se levantará en unos meses el centro cultural Oscar Niemeyer.


"Es lo que nos toca ahora, lo del arquitecto brasileño este", sentenciaba un hombre a pie del solar de la Térmica, con los ojos vidriosos y pensando que, a veces, cualquier tiempo pasado fue mejor.


Robles: «Culminan las demoliciones previstas, ahora toca urbanizar»

El arquitecto Fernández Molina lamenta la «gestión impuesta»


FERNÁNDEZ MOLINA ARQUITECTO «LA CENTRAL TÉRMICA ERA REALMENTE APROVECHABLE A TODOS LOS NIVELES» Amaya P. GIÓN

Carlos Robles, gerente de Infoinvest, destacó que el derribo de las dos chimeneas «supone la culminación de todas las demoliciones previstas para el parque empresarial, excepto baterías, ya que se prolongó el contrato de arrendamiento hasta 2020». Robles añadió que la eliminación del resto de las instalaciones previstas se ha ejecutado de acuerdo al plan programado en 2000, durante el Ministerio de Álvarez-Cascos. Sólo quedan los depósitos metálicos de la térmica. Falta uno por descontaminar y a continuación se desmontará.

«Ahora toca urbanizar. Tenemos en proceso de licitación obras por 16 millones de euros», apuntó Robles, que informó de que en 2008 están previstas obras de urbanización por valor de once millones para el parque empresarial y otros cinco para construir los edificios de Satec y Konecta, y se licitarán las obras del edificio de CSC. Además, se llevará a cabo el desdoblamiento del vial norte y el desarrollo de La Lloba, donde se construirán veinte naves nido.

Al margen de las consideraciones empresariales, la desaparición de la térmica supone un motivo de amargura para los conservacionistas. Así, el arquitecto José Ramón Fernández Molina lamentó este final: «No todo se puede conservar, pero se gestiona de forma consensuada, no impuesta, como ha sido el caso de la térmica», afirmó. Para él, hubiera sido síntoma de madurez municipal que los elementos significativos de la siderúrgica se incorporaran al diseño del parque empresarial de la ría. «La demolición de la térmica no fue fruto de un proceso de reflexión y análisis, y mucho menos de consenso y debate», criticó.

Ante la justificación de que era muy complicado y costoso dar uso a la térmica, el arquitecto contrapone el argumento de que hay ejemplos «muy cercanos» que demuestran lo contrario. «La térmica era realmente aprovechable a todos los niveles: calderas, tuberías, el parque de carbones (condiciones perfectas para convertirse en escenario de espectáculos públicos), los propios depósitos, la sala de máquinas. ¿Jugamos a hacer el paleto?», concluyó.





Sepultura al último icono de la gran siderúrgica
Dos voladuras controladas harán añicos esta mañana los últimos restos de la polémica térmica de Ensidesa, la única pieza en desuso de la cabecera avilesina

Amaya P. GIÓN Unos cuantos kilos de dinamita serán suficientes para convertir en escombro los últimos vestigios en pie de la central térmica de Ensidesa y uno de los últimos elementos en pie de la cabecera siderúrgica. Dos voladuras harán añicos, previsiblemente hoy, las dos últimas «trillizas», iconos de la estampa de la ciudad, que quedarán sólo en la memoria de los avilesinos que durante décadas convivieron a su sombra.



También enterrarán la memoria arquitectónica de la vieja Ensidesa. Los conservacionistas dicen vestirse de luto con el adiós definitivo a la que era considerada la joya del patrimonio industrial avilesino y asturiano. Mientras éstos califican de tragedia para la historia contemporánea la sepultura de la térmica, otros ven cómo se abren nuevos caminos en forma de suelo en el que dar cabida a iniciativas empresariales. Atrás quedan trifulcas políticas e ideas para dar uso al vetusto inmueble que quedaron en agua de borrajas. Se proyectaron usos de índole cultural, educativo, lúdico y comercial hasta que surgieron intereses económicos y empresariales. Fue entonces cuando la firma Isolux anunció su interés por instalar una central eléctrica de ciclo combinado en la térmica, que también quedó en nada y que aceleró la muerte definitiva de la última pieza de Ensidesa en desuso.


Y es que la necesidad de suelo industrial en el municipio fue el motivo que esgrimieron políticos y representantes empresariales para justificar la demolición de la antigua central eléctrica. De poco sirvieron las voces proteccionistas que llegaron a aglutinarse en una plataforma que luchó por el indulto. Muchos son los que aseguran que la central térmica era un museo de la industria en sí mismo, como José María Olmedo, secretario comarcal de la Federación Minerometalúrgica de UGT. «La térmica tenía que haber tenido un aprovechamiento museístico, tanto por el edificio en sí como por la maquinaria y elementos que contenía. La dejadez de nuestros políticos es evidente; Gijón tiene trece museos.

En Avilés, ninguno, excepto el de Alfercam. Es de preocupar», criticó. De su mismo parecer es el arquitecto José Ramón Fernández Molina, miembro de la asociación internacional Docomomo (Documentación y Conservación del Movimiento Moderno): «Nuestras ciudades son fruto de un proceso histórico.

La desaparición de la térmica ejemplifica la falta de madurez; estaba condenada al fracaso y Asturias no ha estado a la altura. La época de la renovación urbana por sustitución ya pasó; ahora se renueva, se recicla y se rehabilita porque lo que hemos heredado tiene un valor».


También el investigador Alberto del Río se suma al luto de Olmedo y Molina. Para Del Río, «la catedral del barroco industrial» ha sido víctima de «la ganancia fácil, la falta de imaginación, la ignorancia de una solución inteligente, el desprecio por lo singular y la grosería hacia lo estético».


Y es que donde unos ven miles de metros cuadrados para nuevas empresas que impulsen el empleo, otros añoran una pieza de valor incalculable y testigo de la historia de una ciudad que surgió a la sombra de un patrimonio que ya no es más que escombro. Dicen que la térmica era singular tanto por dentro como por fuera. Ensidesa se convirtió en la década de los cincuenta en el único complejo siderúrgico español con central térmica propia. Tenía una triple función: proporcionar a las instalaciones energía eléctrica, vapor y aire comprimido o «viento», como lo denominaban los trabajadores.


Fue la primera central térmica de que dispuso Asturias en un momento en que toda la producción energética se basaba en los saltos de agua y tuvo un papel determinante para garantizar el suministro eléctrico. En cuanto a su maquinaria, casi toda era suiza, como el sistema oleohidráulico de control de circuitos, una joya de la ingeniería mecánica. Sus calderas fueron de las primeras de España que trabajaron a una presión de noventa kilos por centímetro cuadrado. Kilos, pero de dinamita, serán los que hoy la dejarán sólo en el recuerdo. El epílogo a una era lo pondrá, en su momento, la desaparición de las baterías de coque. La de hoy es la crónica de una muerte anunciada.



El fin de las chimeneas de la térmica da paso a tareas de desescombro que acabarán en marzo
El 95 por ciento de los materiales se reutilizará para chatarra, áridos, fabricación de acero y bobinas de cobre .

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