domingo, noviembre 04, 2007

Arnao recupera su protagonismo




Resumen de prensa realizado por Alarifes

Elementos incluidos: Casino, castillete y sala de máquinas, túnel de la playa de Arnao, Escuela de Arnao, Escuela del Ave María, Residencia de invitados de AZSA, viviendas unifamiliares pareadas y en hilera,cuarteles de Arnao, La Casona, Laboratorio de la Real Compañía, Casa del Químico, Cuarteles de la Real Compañía junto al laboratorio, fábrica de metalurgia de zinc (tres naves anteriores a la Guerra Civil de ladrillo macizo con cubierta de tela de zinc), túnel del ferrocarril de Arnao y túnel viejo, chimenea de ventilación de Las Chavolas, Archivo de AZSA, locomotoras Eleonore, ubicada en el interior del castillete de la mina de Arnao, y Rojillín, actual oficina de turismo de Salinas.



España vivía tiempos de combulsos cambios políticos. Los liberales no tenían acomodo y muchos tuvieron que emigrar en busca de contextos más acordes con sus ideas. Dos de ellos, los empresarios Joaquín María Ferrer y Felipe Riera y Rosés, se desplazaron a Bélgica donde encontraron la complicidad de ingenieros e inversores nativos que, con la vuelta al poder de los liberales españoles, pusieron en marcha una de las empresas que mejor ha sabido adaptarse a los cambios económicos y tecnológicos de la historia de la comarca: la Real Compañía Asturiana de Minas. Su trabajo en Arnao, sus actuaciones, sus construcciones, han logrado superar todas las etapas históricas desde el segundo tercio del siglo XIX hasta hoy, dejando un legado que ha acabado por configurar el conjunto histórico de Arnao, cuya declaración es ya firme e inamovible.

José Ramón Fernández Molina, el arquitecto encargado de desarrollar el catálogo urbanístico de Castrillón, definió su valor con estas palabras. «El conjunto en sí mismo tiene el valor de ser una pieza que no debe ser disgregada. Es un ejemplo de una mini ciudad industrial, de una parte de una empresa que coloniza el territorio a través de una concesión del Estado y que se organiza a través de sus propias necesidades de producción».

Tanto es así, que el desarrollo del conjunto, de la «mini ciudad industrial» partió del lugar en el que los emprendedores belgas decidieron explotar un yacimiento de carbón que ya se conocía desde hacía varios años. Es el mismo lugar en el que hoy se encuentra el castillete de la mina de Arnao. Un conjunto que engloba la sala de máquinas, el castillete revestido de zinc y dos piezas adosadas a la parte trasera y lateral de esta edificación. «Es la primera y la más significativa pieza del conjunto. Cuenta con una gran potencialidad icónica y fue el primer pozo de extracción vertical que se construyó en Europa», explicó Molina.

El castillete de la mina de Arnao, como edificio, no se construyó hasta mediados del siglo XIX, en el momento en el que se comenzó a utilizar maquinaria en la extracción del carbón. Está realizado en madera y hierro, a excepción de la parte que da al mar en la que se usó ladrillo, y proximamente será restaurado por parte del Ayuntamiento, quien pretende poner en marcha un ambicioso proyecto al estilo del Museo de la Minería de El Entrego.

En los primeros años de funcionamiento de la mina, antes de la construcción del castillete, apenas eran 23 los trabajadores empleados en esta explotación, cuyo carbón no era de gran calidad. Treinta años después de que se comenzase a explotar el yacimiento, sus promotores decidieron dar un giro a la actividad y pasarse a la producción metalúrgica de zinc, creando la Real Compañía de Minas. El 19 de abril de 1855 obtienen su primer lingote.

El cambio de actividad principal en la producción supuso también la creación de nuevas instalaciones. Era necesario contar con una factoría en la que se trasformase la calamina y la blenda en zinc. Así nació el verdadero complejo fabril de Arnao, que dio origen a la expansión de esta localidad. Tres de las naves más antiguas de este complejo forman parte del conjunto histórico. «En las edificaciones civiles las evoluciones son muy lentas. Esto, en la industria, jamás ocurre. Se yuxtaponen modelos, se introducen cambios en función de las necesidades, por lo que al final nunca tenemos los elementos de forma pura», afirmó el experto en Patrimonio Industrial Carlos Caicoya, para tratar de explicar la datación de estas tres naves.

Fruto del crecimiento del complejo industrial, creció también el número de trabajadores. En esta época, en el último cuarto del siglo XIX, era habitual que las industrias aplicasen políticas de carácter 'paternalista' importadas de un modelo franco alemán que se aplicaba ya en buena parte de Europa. La de la Real Compañía Asturiana de Minas fue un ejemplo paradigmático de la puesta en marcha de este modelo. Viviendas diferenciadas por rangos profesionales, lugares de ocio segregados por los mismo criterios, hospital para trabajadores, economato o escuelas fueron algunos de los elementos que construyó la compañía para el uso y disfrute de sus empleados.

Grueso del conjunto

En torno a 1880 se construyó la mayor parte de las residencias destinadas a obreros. Actualmente en manos privadas, son unifamiliares, están yuxtapuestas dos a dos o formando alineaciones y cuentan con dos pisos y un patio trasero.

En estas mismas fechas comenzó a construirse uno de los edificios más emblemáticos de todo el municipio de Castrillón: la residencia del director de la compañía, conocida popularmente como 'La Casona'.

Su emplazamiento, desde el que se divisa todo el pueblo, tiene un fuerte carácter simbólico. Muchos historiadores han descrito las dos caras de la política paternalista de la Real Compañía. Por un lado está la mejora de las condiciones de los trabajadores en una época en la que las condiciones de trabajo eran realmente duras y por otro el control de los mismos, evitando la emigración de los metalúrgicos a las emergentes industrias americanas o la formación de sindicatos y el desarrollo de huelgas.

La Casona se puede calificar de símbolo de esta política. Por un lado es el gran edificio donde vive el director de la compañía que puede vigilar los movimientos de sus trabajadores; por otro dispone de todas las comodidades que se atribuían en la época a una persona con un cargo tan importante en la empresa. Tres pisos de altura, balcón volado con balaustrada de zinc, tres balcones menores en la última altura y unas vistas de 360 grados son las características principales de esta construcción.

El edificio cuenta con dos bloques. El posterior, más austero en su aspecto exterior, fue construido en 1903 y está unido al bloque principal a través de un corredor transversal volado. Actualmente, este edificio pertenece a la familia Loya, propietarios del restaurante El Balneario de Salinas, quienes proyectan transformar el edificio en un negocio de hostelería.

En esta época, entre 1880 y la Primera Guerra Mundial, la Real Compañía Asturiana de Minas da un nuevo giro a su producción e introduce la producción de productos químicos. «La Real Compañía hizo un gran negocio con la producción de nitratos y pólvora gracias a explotaciones que tenía a lo largo del mundo. Era un modelo globalizador, entendido en el marco de esta época, una cadena de producción en forma de embudo que acababa en Arnao». Tanto la introducción de nuevas líneas de producción como el desarrollo de las políticas paternalistas propias de esta empresa fueron las que acabaron por configurar buena parte del conjunto. El laboratorio de la Real Compañía y la casa del químico son dos ejemplos de ello.

Una parte de los edificios descritos estaban destinados a residencia y trabajo, pero también los había, los hay, que fueron destinados al ocio de los trabajadores. Uno de los ejemplos más notables es el casino para trabajadores, el edificio conocido como 'La mina' de Arnao, que albergó hasta hace unos años un gran restaurante.

Emplazado sobre el acantilado, este casino estaba destinado a los obreros y contaba con un teatro en su interior. Diferente era el casino destinado a los empleados de mayor rango, ubicado en Salinas y que contaba con club de tenis. Un ejemplo más de la política de segregación de la Real Compañía.

A partir de la Primera Guerra Mundial lo que hoy es el conjunto histórico de Arnao dejó de crecer. A pesar de ello, la mayor parte de las estructuras han logrado mantenerse en pie, en diferentes estados de conservación conformando una «joya histórica» que tiene además un importante valor paisajístico que explicó Carlos Caicoya. «Además de la importancia histórica referida a los medios de producción y a la innovación tecnológica, el conjunto de Arnao tiene otro componente. Los belgas ocuparon el terreno con elementos de nueva estética que no se conocía en Asturias y que responde a la estética que se aplicaba en Europa. Cuando uno pasea por la zona se dice: esto no es de aquí, alguien nos lo trajo».





La ruta de la arqueología industrial en el entorno de Arnao



El Comercio



Nada queda de los viejos martinetes de cobre de los caldereros, que tanta fama dieron a Avilés y Corvera, y el mismo camino llevan las instalaciones de ENSIDESA, la que fue la mayor factoría siderúrgica de España y que transformó radicalmente la comarca de Avilés a partir de la década de 1950. Lamentablemente, ya se han derribado los cuatro hornos altos y la central térmica, elementos singulares y muy característicos de aquella gran fábrica, alguno de los cuales seguramente convendría haber conservado como testimonio de una época importantísima de la historia avilesina. Sin embargo, pese a todo, los vestigios industriales que se conservan en esta zona son muy ricos. Para comprobarlo, basta recorrer, en automóvil y a pie, esta ruta de sólo unos 13 kilómetros.

Proponemos comenzarla en la localidad de Arnao, en el concejo de Castrillón, donde se inició la industrialización en los años 1833-1834, con la explotación, por parte de la Real Compañía Asturiana de Minas, de capital belga y español, de una mina de carbón, que fue la primera de España con galerías submarinas, y la posterior inauguración (1855) de una fundición de zinc. Las instalaciones industriales y el poblado de Arnao han sido declarados Conjunto Histórico Industrial. Forman este interesantísimo complejo el castillete de la mina, edificio de madera con curiosa cubierta de zinc; es conocido por los mineros como el güelu (el abuelo), por ser el más antiguo de cuantos se conservan en la región asturiana. En su interior se guarda la pequeña locomotora Eleonore, que cubría la línea de vía estrecha que unía Arnao con San Juan de Nieva, en la ría de Avilés; de 1880, se trata de una de las locomotoras más antiguas de España y sin duda la más antigua de Asturias. La chimenea del Alto el Cepeo es la única que se conserva de cuantas existieron para ventilación de las galerías de la mina.

Otros edificios emblemáticos que se conservan son el antiguo laboratorio, hoy usado como almacén; el economato, que hoy sigue funcionando como supermercado; las naves de los antiguos garajes, en la actualidad utilizadas como parque de obras y servicios por el Ayuntamiento de Castrillón; el edificio del archivo de Asturiana de Zinc (empresa continuadora de la Real Compañía Asturiana de Minas), en fase de catalogación, constituye un inventario fundamental para la historia industrial y socioeconómica de la época; la fábrica de transformados continúa en pleno funcionamiento. Elementos significativos del poblado son también las casas de los obreros, de diferentes tipologías y construidas entre los años 1880 y 1903. Son unifamiliares, yuxtapuestas dos a dos o formando alineaciones, de dos pisos y con un pequeño patio delantero; algunas con huerta detrás. Parte de ellas cuentan con un elemento típico de la arquitectura tradicional asturiana: el corredor de madera. En Arnao llegaron a trabajar, entre la mina y la fábrica, unos 800 obreros. La Casona es el edificio de mayor envergadura de todo el poblado y servía de residencia al director de la compañía. Situada en un promontorio cerca del mar, dominando todo el conjunto de Arnao, está formada por dos bloques rectangulares dispuestos en paralelo unidos por un corredor transversal volado. El bloque delantero data de 1880 y es de estilo neorrenacentista, con capilla en el lado occidental, mientras que el bloque posterior, de 1903, es de concepción más modesta. Destacan los elementos de zinc empleados en balcones y tejados. Va a ser rehabilitada para uso hostelero.

Las escuelas del Ave María se inauguraron en 1913 y constan de un edificio principal y otros dos menores dedicados a parvulario. El edificio principal, de ladrillo visto, tiene un cuerpo central de dos plantas y dos alas laterales de un solo piso, donde se ubican las aulas, con ventanales amplios. En los patios traseros cuentan con un amplio repertorio de cuadros didácticos, realizados en relieve en el suelo, en los que aparecen un mapamundi, los mapas de España y Asturias, la rayuela, los números romanos, un reloj, figuras geométricas, etc. Con buen tiempo las clases se impartían al aire libre, lo que constituía algo muy novedoso en aquella época. Curiosamente, la empresa no construyó nunca una iglesia en el poblado de Arnao, al contrario de lo que era habitual.

Desde Arnao pasamos a la vecina localidad de Salinas, a través del túnel que atravesaban en su tiempo el ferrocarril de la fábrica, el tranvía, la carretera y los peatones. Unos metros más adelante, a la derecha, nos encontramos con otra valiosa muestra industrial: la locomotora Rojillín, de 1925, utilizada por la Real Compañía Asturiana de Minas en sus instalaciones de Reocín (Cantabria), en el ferrocarril de vía estrecha que allí poseía. Actualmente, con el añadido de un vagón de madera, se utiliza como Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Castrillón en Salinas. Está emplazada al lado del pequeño túnel de San Martín, del año 1853, que en su día fue el más largo de España (unos 620 metros), y por el que atravesaba el primitivo ferrocarril industrial de tracción animal de la fábrica de Arnao. Hoy este túnel está cerrado.

Toda la comarca

Desde allí tomamos, a la izquierda, la avenida de Clarín, que nos llevará directamente hasta la carretera de San Juan de Nieva, por la que debemos seguir hasta la avenida del Conde de Guadalhorce, ya en Avilés, que transcurre paralela a la ría. A la derecha, en el tramo ya más próximo al casco urbano, se hallan las naves de Balsera, construidas pos Antonio Alonso hacia 1910 para el industrial Victoriano Fernández Balsera, que las utilizó como almacenes de coloniales. Son tres naves paralelas, con fachada principal hacia la ría y otra posterior a las vías del ferrocarril. Cada nave, con cubierta independiente a dos aguas, estructura la fachada en tres partes, separadas por largos pilares que rebasan el alero. La nave central, en la que se ubicaban la dirección y las oficinas, cuenta con un balcón y dos miradores. Continuamos por la arteria del puerto, sin entrar en la villa y sin tomar ningún desvío, que nos llevará directamente hasta la glorieta de Los Canapés, donde debemos girar a la derecha unos metros, en dirección al centro de Avilés, para detenernos frente a La Curtidora, llamativo edificio bien visible puesto que cuenta con una alta chimenea. Remodelada en 1995 para albergar un centro de empresas, fue originariamente una fábrica de curtidos, construida en el siglo XIX y posteriormente ampliada y modernizada en 1902. Es uno de los escasos edificios industriales de inspiración historicista de Asturias, y consta de una nave central y dos laterales de menor altura.

Continuamos nuestra ruta atravesando de nuevo la glorieta de Los Canapés para seguir, a través de la calle de Santa Apolonia, en dirección a Villalegre, donde debemos desviarnos a la izquierda hacia la estación de Renfe. Al otro lado de las vías podemos contemplar las impresionantes ruinas de la Azucarera que allí funcionó entre los años 1898 y 1906. Posteriormente estas instalaciones acogieron una fábrica de ladrillos, hasta que fue parcialmente destruida durante la Guerra Civil de 1936. Volvemos a la calle de Santa Apolonia, en dirección a Oviedo, hasta llegar a Cancienes, en el concejo de Corvera. Allí, en el centro de la localidad, a la izquierda, podemos contemplar el edificio de La Lechera de Cancienes, fábrica de manteca y central lechera creada con capital indiano en 1907, posteriormente integrada en la empresa El Castillo y que funcionó hasta la década de 1980.

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