viernes, septiembre 22, 2006

Historia de Duro Felguera: Proyecto para la creación del Archivo Historico de la compañia

Federico A. de la Ballina

La historia de Duro Felguera está directamente relacionada con la evolución industrial de Asturias desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días, dado el protagonismo que la empresa tuvo en el desarrollo de los dos principales sectores productivos del Principado: la siderurgia y la minería, aún hoy con una sustancial relevancia en el entramado socio económico de la región.

Además, la compañía operó en otras actividades arraigadas en esta comunidad autónoma, como la construcción naval o la producción de energía, y tiene a sus espaldas más de un siglo de trayectoria bursátil, siendo en la actualidad la única sociedad asturiana que cotiza en la Bolsa de Madrid.

Por todo ello, la recuperación del patrimonio documental histórico de Duro Felguera, una labor que se comenzó a acometer a finales de 2004, constituye, sin duda, una valiosa aportación para recuperar el pasado industrial de Asturias que nos permite entender, en gran medida, la particular idiosincrasia de esta región cantábrica.

Las circunstancias que rodearon el devenir de las actividades extractivas y siderometalúrgicas, desde su etapa de esplendor en manos del capital privado, a caballo entre las dos pasadas centurias, y su posterior proceso de traspaso a manos del Estado, marcan la trayectoria de Duro Felguera hasta más allá de la mitad del siglo pasado y condicionan, a la postre, el paradero de una gran parte de los fondos documentales de la sociedad, aquellos que deberían integrar su archivo histórico.

La explicación anterior es procedente si tenemos en cuenta que desde la constitución de la sociedad, en el año 1858 y con la denominación de Duro y Cia., está se dedicó principalmente a la producción siderúrgica y a la extracción de carbón, aprovechando las excelentes condiciones que ofrecía la zona central de Asturias, gracias a la existencia de conexiones por ferrocarril y carretera entre la cuenca central asturiana y el puerto de Gijón.

Dicha especialización, que llevó a la empresa liderar la producción siderúrgica nacional al término del XIX, se prolongó hasta 1967, cuando la compañía se desprende de sus negocios mineros, que pasan a integrarse en HUNOSA, después de que un año antes sus activos siderúrgicos fueran absorbidos por UNINSA, más tarde convertida en el grupo público ENSIDESA.

Estos hechos provocaron también la correspondiente dispersión de los documentos relacionados con la actividad inicial de la empresa, lo que condiciona en la actualidad el trabajo de recuperación de esos fondos que se pretende acometer.

Pero volvamos al principio, para detenernos en los orígenes y desarrollo de una de las empresas industriales más veteranas del Principado. En 1857, el riojano Pedro Duro Benito (1810-1886), después de buscar sin éxito en varias partes de España una localización industrial adecuada, pone en marcha en la Felguera (Asturias) la Sociedad Metalúrgica de Langreo, germen de la actual Duro Felguera. En ese momento, la Constancia de Málaga, Bolueta de Vizcaya y la Fábrica de Mieres -esta última de propiedad francesa- eran los principales productores de hierro del país. Funcionaban además en la región el horno de Arnao, perteneciente a la Real Compañía Asturiana de Minas, fundada por los hermanos belgas Lesoinne, y la Fábrica de Armas de Trubia, que estaba dotada de grandes avances tecnológicos para la época, como corresponde a las exigencias de calidad del acero para usos militares.

La mejora de las comunicaciones en la región va a suponer un elemento clave para impulsar el desarrollo de la minería del carbón y favorecer así la llegada masiva de capitales europeos.


Inicialmente el carbón se transportaba por el río Nalón, en chalanas, hasta el puerto de San Esteban de Pravia. En 1842 finalizaba la obra de la llamada carretera carbonera, que unía las localidades de Langreo y Gijón, para dar salida al carbón por el puerto de El Musel. Se trata de la primera carretera de peaje construida en España, obra de Alejandro Aguado, Marqués de las Marismas, banquero y empresario que poseía numerosas minas en la zona. Tras su prematura muerte en ese mismo año, Fernando Muñoz, Duque de Riansares y esposo de la reina madre, adquiere las minas de Aguado, impulsando la construcción del ferrocarril de Langreo, obra que concluyó en el año 1854.

El éxito de Duro se debe a una adecuada combinación de factores que le permitirán convertirse en el primer establecimiento metalúrgico de España, liderando el mercado nacional. Al tiempo, esto también consolidará la industria hullera asturiana, al asegurar una demanda relativamente estable. En ese momento, para producir una tonelada de hierro los hornos necesitaban 3,5 toneladas de mineral de hierro y casi 10 de carbón. La localización elegida supone un importante ahorro de costes de producción y transporte por la cercanía de minas de carbón.

Además, la mejora de las comunicaciones entre Langreo y Gijón por ferrocarril facilitará tanto la salida de los productos acabados como el transporte de mineral de hierro, ya que la falta de yacimientos obligaba a traerlo del exterior.

La empresa cuenta con una gran solvencia financiera garantizada por sus accionistas: el armador vasco Federico Victoria de Lecea, el banquero Vicente Bayo y los hermanos Julián y Pedro Duro, que habían vendido sus acciones del Canal de Isabel II y de la Sociedad Española Comercial e Industrial para entrar en el negocio. Tampoco falta el apoyo regional y político de sus socios comanditarios asturianos (los marqueses de Pidal y de Camposagrado y el político Alejandro Mon), decisivos para agilizar los trámites administrativos y la adquisición de las parcelas donde instalará la fábrica en Langreo.



El 6 de Enero de 1860 se obtiene la primera colada, alcanzando pronto una producción anual de 9.000 toneladas, con una calidad aceptable, pero con unos costes de transporte elevados que reducen su competitividad. Duro dirige su producción por mar desde Gijón hacia Barcelona y Madrid (vía Alicante o Bilbao) y hacia Valladolid (en carros de mulas hasta León, y luego en ferrocarril). Además de los elevados portes, los bajos niveles de producción impiden conseguir economías de escala. Al estar por entonces permitida la importación de hierros extranjeros, se descartó la producción de raíles y piezas de mucho peso, centrándose en los llamados “hierros de ferretería”, fundamentalmente lingotes y molderías con destino a la función y producción de aperos de labranza. Se trata de un mercado de reducidas dimensiones y muy variado en sus demandas que requiere gran diversidad de tamaños y clases de hierro, lo que exige cambios constantes en los cilindros y en los trenes de laminado y mucha mano de obra, encareciendo notablemente el coste de producción.

Para estabilizar precios en el mercado nacional, Duro llega a acuerdos con Fábrica de Mieres y El Remedio de Barcelona. La empresa se moderniza y crece, ganando pedidos gracias a sus nuevas instalaciones y pese a que la protección arancelaria no llegaría hasta 1891. En 1875 Duro produce un tercio del hierro nacional y es la principal siderurgia del país. Entre 1881 y 1885 se pone fin a esa posición de liderazgo. En 1880 las fábricas de Duro trabajan a su máxima capacidad de producción y se acomete una ambiciosa ampliación de las instalaciones. En ese momento, el exceso de producción europeo y el cambio tecnológico al acero reducen sustancialmente el precio del hierro.

La abundancia de mineral de hierro en Vizcaya y la difusión de nuevas técnicas de producción de acero desplazan el centro industrial del país hacia Vizcaya. El 50% de la capacidad de los hornos asturianos está inactiva. Esta crisis siderúrgica trae consigo una crisis económica en la región y se buscan respuestas al potencial vasco. Cobra entonces relieve la figura de Luis Adaro Magro, directivo de la Sociedad D’Eichtal, empresa de capital francés que poseía minas en Asturias. Adaro ve claro el papel subsidiario de la siderurgia local y que el futuro pasa por el carbón y por un redimensionamiento de las empresas.

En 1886 impulsa la fundación de la Unión Hullera y Metalúrgica, que agrupa a varias empresas carboneras. Pretende una mayor mecanización de las minas, una mayor cualificación y especialización de la mano de obra y una racionalización de la producción que permitiera ofrecer carbones adecuados en calidades y ajustados en precio para poder competir. Paralelamente, reclama una mayor protección arancelaria, reserva de mercados nacionales (que la marina de guerra consumiese carbón español) y una mejora del transporte buscando la salida del carbón hacia la meseta por ferrocarril a través del puerto de Pajares, inaugurado en 1884.

En cuanto a la actividad siderúrgica en la región, ésta tiene un carácter estratégico para la minería, ya que el carbón asturiano no era competitivo en los mercados exteriores. Baste mencionar que en 1884 la siderurgia regional consumía cerca de las tres cuartas partes de la producción carbonera. Además, mientras la siderurgia asturiana consumiese hierro vasco, se aseguraba la salida de carbón hacia Bilbao como flete de retorno.

Pedro Duro fallece en 1886. La empresa pasa a manos de Antonio Velázquez Duro y Matías F. Bayo. No atraviesa un buen momento. En 1900 los socios de Duro y Cía reconvierten la empresa en la Sociedad Metalúrgica Duro-Felguera S.A., al objeto de redimensionarla, dar entrada a nuevos capitales y diversificar su actividad. Se trata de impulsar un proyecto de gran alcance destinado a convertir otra vez a la antigua fábrica en una gran empresa siderúrgica aprovechando la expansión coyuntural que se estaba produciendo e integrando en el proyecto a importantes banqueros, capitalistas e industriales, tanto de la región como de fuera de ella.

Seguidamente, tras su constitución, la empresa inicia su cotización en bolsa en 1902. La compañía compra minas y talleres metálicos e invierte en nuevas instalaciones gracias al apoyo financiero de de los Urquijo, los mayores accionistas de la Unión Hullera y Metalúrgica. Esto facilitó la fusión entre ambas empresas en 1906, siendo Luis Adaro su primer director general.

La consolidación industrial entre el hierro y el carbón busca economías de escala, complementariedades entre los negocios y capacidad política para conseguir protección y reserva de mercados. En 1920, Duro-Felguera es ya la mayor empresa carbonera del país. Los importantes beneficios logrados en la actividad minera dan tiempo al otro negocio, el siderúrgico, para perfeccionar las importantes transformaciones técnicas realizadas. El nuevo arancel proteccionista de 1906 y los acuerdos de las fábricas siderúrgicas para evitar guerras de precios, mediante la creación de la llamada Central Siderúrgica, que ordenaba pedidos y facilitaba el reparto del mercado, dotaron de gran estabilidad al sector, favoreciendo también el desarrollo de la actividad siderúrgica.

En la cercanía de las plantas de Duro en Langreo se desarrolla toda una industria derivada del aprovechamiento del carbón, el coque y el gas de los altos hornos: fábricas de ladrillos y cerámicas, químicas, fabricación de tubos y tornillería y producción de energía termoeléctrica, entre otras actividades. Merece destacarse también la ingente labor social y cultural desarrollada por Duro-Felguera. Ya en 1875 tenía establecidas escuelas, contribuyendo decisivamente a la desaparición del analfabetismo en la cuenca del Nalón.

Entre 1910 y 1920 crea la Escuela de Artes y Oficios, ocupada no sólo de la formación de los trabajadores de la empresa, sino también de la capacitación de aprendices para otros oficios. Fundó igualmente hospitalillos y sanatorios que alcanzaron gran prestigio en la atención a heridos y accidentados. En el plano industrial, durante la primera mitad del siglo XX la empresa sigue creciendo. En 1940 adquiere el dique de Gijón y lo utiliza para la reparación y construcción de buques. Durante la etapa autárquica, en los años 40 y 50, la minería encuentra un entorno favorable, caracterizado por la falta de competencia y la reafirmación de su carácter estratégico como consecuencia de la necesidad de materias primas energéticas.

En cuanto a la siderurgia, Duro dominará el mercado nacional junto con Altos Hornos de Vizcaya hasta 1960. En ese mismo año, la empresa emplea a unos 25.000 trabajadores. Los primeros años sesenta son complicados y marcan el inicio del proceso de reestructuración minera e industrial. En 1961 se crea la Unión de Siderúrgicas Asturianas (UNINSA), empresa formada por las tres siderúrgicas que sobrevivieron a la competencia: Duro-Felguera, Fábrica de Mieres y la Fábrica de la Sociedad Industrial Asturiana, radicada esta última en Gijón. En 1966 integran su patrimonio siderúrgico en UNINSA, creando una planta siderúrgicaintegral en el valle de Veriña,en Gijón. Esta planta acabaría pasando al INI en los inicios de los 70, integrándose finalmente en ENSIDESA.

En estos mismos años, la minería del carbón también vive momentos difíciles, por la competencia del carbón de importación y de los combustibles líquidos con precios bajos. Siguiendo un proceso similar al de la siderurgia, en 1967 las empresas mineras, Duro entre ellas, transfieren su patrimonio a la empresa pública Hulleras del Norte, SA (HUNOSA). De esta forma, Duro Felguera reorientó su actividad hacia la construcción y montaje de bienes de equipo para la industria, ámbitos en los que tenía sobrada experiencia por sus trabajos vinculados con las otras líneas de negocio, y se transformó, de hecho, en una empresa nueva. El traspaso de activos a HUNOSA y UNINSA marcó un antes y un después en la evolución de la empresa, y conllevó también la disgregación de una parte notabilísima de su patrimonio documental, precisamente el que hoy tiene mayor valor histórico.

Los documentos y planos relacionados con las labores mineras pasaron a manos de HUNOSA, mientras que la documentación sobre actividades siderúrgicas siguió su propio camino, siendo su paradero una incógnita para la mayor parte de los expertos que han analizado este asunto. Duro Felguera, convertida ya en una empresa de bienes de equipo, retuvo en su poder determinado material documental con valor histórico (libros de actas de consejos de administración o juntas generales, libros de inventario, copiadores de cartas, libros mayores, memorias, planos, fichas de personal…), aunque sin darle un tratamiento archivístico riguroso. Algunas propuestas para recuperar ese material y ponerlo en valor como parte de un archivo histórico no llegaron a materializarse.

Toda la documentación histórica que obra en poder de la empresa se encuentra desde elaño 1998 en el llamado depósito de la Unión Hullera, en la localidad de La Felguera, sin que hasta ahora se haya acometido un proyecto para su tratamiento y catalogación. En dicho depósito no se lleva un registro de los documentos que se reciben, mientras que las estanterías, armarios y archivadores no cuentan con ninguna numeración o referencia que permita determinar la ubicación de los soportes de archivo. Por estos motivos, actualmente la única posibilidad de localizar y consultar un determinado documento es utilizar la memoria visual para detectar subicación.

Todo ello se complica aún más si tenemos en cuenta que gran parte de la documentación que se recibe en el depósito llega en cajas precintadas cuya identificación, mediante etiquetas diversas,no es sencilla. En estas dependencias se realizan funciones de depósito y custodia, siendo muy limitadas las funciones de gestión documental al carecer de recursos y medios para ello.

De acuerdo con la estimación realizada para el censo-guía de archivos que está elaborando la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, el depósito de Duro Felguera, una antigua instalación industrial de la compañía, tiene más de 1.200 metros cuadrados de planta y alberga aproximadamente 1.900 metros lineales de documentación, equivalentes a unas 19.000 cajas de archivo. Esta relación de fondos fue realizada en el año 2002, por lo que se presupone que el material se ha incrementado de forma notable desde entonces hasta la actualidad.

Los fondoscitados en la relación efectuada para la Administración regional están repartidos entre unas 9.000 cajas de archivo, más de 5.000 archivadores AZ, cerca de 650 libros registro, más de 900 cajas de embalaje, unas 300 cajas DIN A-4 y otros materiales sueltos que ocupan más de 173 metros lineales. A todo ello hay que sumar la documentación más actual que se encuentra repartida por las dependencias de las diferentes empresas que integran el grupo industrial Duro Felguera, así como por las oficinas centrales de Oviedo y otras dependencias que albergan departamentos como el de Recursos Humanos o el Centro de Proyectos e Ingeniería (CPI), estas dos últimaslocalizadas en La Felguera.

Mención aparte merecen los planos. Los más antiguos (que datan de los primeros años del siglo pasado hasta 1940, aproximadamente) están archivados formando rollos en unos 340 tubos de cinc. Existe un libro registro estructurado por tipos de obra, que permite conocer el número de registro y la designación de cada plano. Por lo que se refiere a los planos correspondientes al período 1940-1970, aproximadamente, se encuentran archivados, por formatos, en bandejas de armarios metálicos. Otro materialsimilar está guardado en armarios horizontales, agrupados por formatos, en cuyas bandejas se mencionan los números y formatos de cada uno de ellos.

Existen, además, unas 60.000 fichas microfilmadas e integradas en tarjetas, dispuestas para una eventual perforación y tratamiento informático, que corresponden a planos de la época comprendida entre la mitad de la década de los años 60 y comienzos de la de los años 80. Aunque existe un catálogo de microfilmación, en él no figuran la denominación de la obra ni la designación del plano o el número y formato del mismo, datos esenciales para su identificación. Únicamente se hace referencia al código de la división fabricante, nombre del cliente, código de tipo de obra y número de las órdenes de fabricación. Se cuenta también en el citado depósito con 2.000 fichas múltiples microfilmadas que contienen unos 180.000 fotogramas de documentos correspondientes a obras realizadas entre la mitad de la década de los 60 y comienzos de los años 80.

Por lo que se refiere al período considerado histórico para los intereses que nos ocupan, en el depósito de Duro Felguera se conserva poco material, lo que pone de manifiesto, por una parte, que gran parte de los documentos pasaron a manos de otras empresas cuando la antigua Duro Felguera se desprendió de minas e instalaciones siderúrgicas y, por otra, que no ha habido el necesario celo en la custodia de aquella documentación, ya que resulta cuando menos extraño que una empresa con tan dilatada historia como esta cuente con tan escasas unidades, especialmente teniendo en cuenta que llegó a tener en plantilla a unas 30.000 personas y que cotiza en la Bolsa de Madrid desde el año 1902.

Se conservan memorias desde los primeros años del siglo XX, libros de contabilidad y otros libros oficiales de las empresas Duro y Cía, Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, Compañía de Asturias, Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, entre otras, así como algunos copiadores de cartas, documentos correspondientes a los antiguos economatos y expedientes relacionados con cuestiones laborales. Conviene destacar, además, la existencia de fichas de trabajadores que se conservan en buen estado en muebles archivadores realizados al efecto a finales del XIX o principios del siglo pasado por carpinteros de la propia compañía.

A falta de un recuento exhaustivo, se estima que hay entre 50.000 y 80.000 fichas de empleados.Tras la llegada a la presidencia de la compañía de Juan Carlos Torres Inclán, a mediados de 2003, se plantea de nuevo la conveniencia de poner en marcha un archivo de empresa, aunque dada la magnitud de la tarea se decide abordar en una primera fase el tratamiento de lo que puede considerarse como documentación de carácter histórico, es decir, aquella que abarca el período que va desde la constitución de la empresa (1858) hasta su transformación en un grupo de bienes de equipo (1970 aproximadamente).

Probablemente, la situación que enfrenta Duro Felguera en esta materia sea muy similar a la de otras empresasespañolas con una larga historia a sus espaldas; fondos documentales dispersos y en mal estado de conservación, falta de personal con los conocimientos necesarios para abordar su recuperación, ausencia de locales adecuados para reubicar todo el material que debe ser tratado y una idea poco clara de cómo alcanzar el objetivo final, que no es otro que el de incorporar un archivo a la actividad diaria de la compañía o, por decirlo de otra forma, tratar la documentación que genera la empresa con un criterio archivístico.

En las citadas condiciones seconsideró prioritario proceder al tratamiento de los documentos más antiguos para incorporarlos a un archivo histórico y se procedió a la búsqueda de unos locales que reunieran las condiciones necesarias para su ubicación. Por parte de la dirección de Duro Felguera se propuso crear el archivo histórico como unidad independiente del resto del archivo de empresa, cuestión debatida desde otros ámbitos de la empresa, más partidarios de integrar en un todo el archivo central de la compañía, aunque dando un tratamiento claramente diferenciado a la parte histórica, con el fin de que ésta permanezca abierta a los investigadores y los ciudadanos en general.

La despreocupación por la conservación y el tratamiento de los fondos documentalescon un criterio archivístico –un mal al parecer muy extendido entre las empresas españolas- propició que todo el material generado por las diferentes estructuras de la sociedad se fuera almacenando en el depósito de la empresa, sin más orden que el que cada departamento o filial decidía en cada momento.

Al menos, este método de almacenamiento masivo permite hoy en día localizar determinadas series documentales,aunque no supone ninguna aportación para la gestión de la empresa. Como parte del trabajo encomendado desde la presidencia de la empresa al departamento de Comunicación e Imagen para la puesta en marcha del archivo histórico de Duro Felguera, se mantuvieron contactos con otras empresas industriales de la región que desde hace algunos años han comenzado a poner orden en sus bases documentales y cuya actividad está o estuvo relacionada con la que desarrolla nuestra compañía.

Este esel caso de la empresa estatal minera HUNOSA, de Asturiana de Zinc (AZSA) y de Aceralia (integrada en la multinacional siderúrgica Arcelor). Durante las visitas realizadas a los archivos de estas empresas y las reuniones mantenidascon sus correspondientes responsables se puso de manifiesto que existe una estrecha relación documental entre los fondos de las compañías industriales HUNOSA, AZSA, Aceralia y Duro Felguera, como consecuencia del devenir histórico de todas ellas, alguno de cuyos episodios ya ha sido comentado con anterioridad.

Esa vinculación histórica entre las empresas mencionadas se evidencia, porejemplo, en la existencia de abundante correspondencia comercial entre la Real Compañía Asturiana de
Minas –precedente de lo que luego sería Asturiana de Zinc- y la por entonces Sociedad Metalúrgica Duro Felguera. Además de las relaciones meramente industriales o de negocio no sería de extrañar que existieran otro tipo de vínculos entre empresas de este tipo y en particular entre sus accionistas o máximos responsables, ya que el tejidoempresarial asturiano de finales del siglo XIX estaba concentrado en manos de unos cuantos emprendedores, en su mayoría llegados de otras regiones o del extranjero con el fin de aprovechar las excelentes condiciones que el Principado presentaba para el desarrollo de los negocios minero y siderúrgico.

En esas condiciones y en un área geográfica tan pequeña como Asturias, es lógico pensar que había un conocimiento personal entre los integrantes de aquella burguesía empresarial y, por lo tanto, documentos que certifiquen dichas relaciones. Partiendo de ese pasado común entre este grupo de compañías industriales y del interés actual de todas ellas por poner en valor sus fondos documentales –en ocasiones intercambiados por avatares de la historia-, desde Duro Felguera se plantea la posibilidad de crear una red de archivos históricos de empresas del Principado como nexo de unión entre todos ellos y elemento dinamizador de sus actividades, especialmente en unmomento en el que se encuentran en una fase que podríamos calificar como de embrionaria.

Los archivos de las fábricas de armas de Asturias (Trubia y La Vega, enOviedo), pertenecientes hoy a General Dynamics, antes a la Empresa Nacional Santa Bárbara, podrían ser también parte integrante de este foro. La puesta en marcha de esta iniciativa podría apoyarse en otroselementos que actúan como focos de difusión de la historia industrial de Asturias, como son el Museo de la Minería y la Industria, que se ha consolidado como un escaparate de lo que era y todavíahoy es la actividad minera en la región, así como el Museo de la Siderurgia, un proyecto que se encuentra en una fase incipiente, pero que ya cuenta con instalaciones propias en lallamada ciudad industrial de Valnalón, en La Felguera, y en el que colabora Duro Felguera.

Con vistas a la utilización de la documentación existente en estos archivos por parte de losinvestigadores, la creación de la citada red entre esas empresas podría ser un vínculo que facilite la consulta de documentación e incluso la elaboración de estudios relacionados con la historia económica e industrial del Principado, algo que sin duda resultará atractivo para la Administración regional, la cual desde hace unos años trata de hacer un seguimiento de los archivos de empresa existentes en la comunidad.

En cualquier caso, la idea de aunar de algunamanera los fondos documentales de estas compañías surge del convencimiento de que es esta una forma de integrar gran parte de la memoria industrial de una región cuyo presente sigue hoy ligado a lo que son empresas como Duro Felguera. Con esta filosofía se trabaja ya en la creación del archivo histórico de la empresa en un local de 400 metros situado en La Felguera. Se trata de una nave integrada en el edificio denominado La Salle, donde en la actualidad se encuentra el departamento de Recursos Humanos de Duro Felguera. Este local fue antiguamente una capilla y conserva elementos ornamentales propios de las actividades de culto que allí se realizaron, lo que hace que sea un espacio muy atractivo para acondicionarlo como archivo histórico.

Dedicado hasta hace muy poco a actividades lúdicas de la asociación de antiguos alumnos del colegio La Salle, este espacio ha pasado de nuevo a manos de la empresa, la cual ha comenzado a trabajar en su adaptación para la nueva finalidad que se le quiere dar. En el archivo se integrará mobiliario que forma parte del patrimonio de Duro Felguera y que, en algunos casos, como en el de los armarios archivadores de las fichas de personal, tuvo hasta ahora una función práctica directamente relacionada con la conservación de parte de la documentación del grupo.

En paralelo se han iniciado los trámites para conseguir copias del material más valioso que obra en poder de HUNOSA y que corresponde a la actividad minera que en su día desarrollo la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, así como una labor de búsqueda y recuperación de material relacionado con las actividades siderúrgicas y de la documentación relativa a los antiguos astilleros que formaron parte de la compañía y de los que salieron un buen número de embarcaciones.

En resumen, estamos ante un trabajo de grandes proporciones que persigue poner en valor toda la documentación histórica generada por una de las grandes empresas asturianas con el fin de ponerlo a disposición de los estudiosos y de la sociedad engeneral.

Extractado de B.Fernández Muñiz, M. Teresa García Álvarez, J. M. Montes Peón y C. J. Vázquez Ordás, de la Universidad de Oviedo. Publicado en García Olalla, M. y Vázquez Ordás, C. J. (Directores): Estrategias y operaciones empresariales en los nuevos mercados. 20 casos a estudio, Editorial Civitas, 2002, pp. 301-325. Oviedo, 13 de diciembre de 2004



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