De piedra rectangular, circular o poligonal de mampostería, ladrillo, metal o cemento, la chimenea es un símbolo de la más potente y más fácilmente identificable de la era industrial. Cerniendose sobre los tejados en diente de sierra, la chimenea alta ha llegado a simbolizar, en los carteles de mayo de 68, no sólo la fábrica, sino a la misma clase obrera.
Más allá de los aspectos simbólicos y de expresión de orgullo de los propios titulares de las fábricas este tipo de chimenea cumple dos funciones básicas.
En primer lugar, ayuda la expulsión de humos de hornos y calderas mediante la depresión creada por la diferencia de densidad entre los gases calientes en el interior del fuste y la atmósfera exterior.
En segundo lugar, facilita la diseminación de los humos y gases potencial mente dañinos lejos de las viviendas.
De hecho, la gran mayoría de las chimeneas construidas en el siglo XIX lo fueron unidas a las calderas de las máquinas de vapor.
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