viernes, mayo 29, 2009

Juanelo Turriano y otros inventores


Leemos un interesante post en Tecnología Obsoleta sobre la máquina de Marly, concebida para llevar el agua al palacio de Versalles, invento complejo que resulto un fracaso a la larga.

"...La voracidad de las fuentes era tal que, si se compara con la cantidad de agua que consumía cada día la ciudad de París en la misma época, prácticamente se gastaba lo mismo Versalles. He ahí el toque de capricho, pero el desnivel fue salvado y hacia 1684 nació la gran máquina. Imponente y sobrecogedora, catorce ruedas gigantes de agua, más de doscientas bombas y una armadura de madera tan compleja que parecía un organismo vivo, hicieron viable el sueño del rey...."

Ya se sabe, creatividad y prácticidad no siempre van de la mano, pero siempre hay que reconocer el mérito de intentarlo. En esto, y pensando en otros ingenios hidráulicos que no alcanzaron el éxito, nos viene también a la cabeza el fallido Canal de Orbó, en las minas de Orbó, próximas a Barruelo de Santullán.



Hablando de estos temas, conviene recordar a uno de los mas relevantes inventores que ha habido en nuestro país: Juanelo Turriano, nacido Giovanni Torriani.




Inventor, mecánico e ingeniero hidráulico de origen italiano, durante la coronación de Carlos V como emperador, se ofreció a construir un reloj astronómico que además de señalar la hora siguiera los movimientos de los planetas, el Sol y la Luna, y la aparición de los signos del Zodiaco.

Restos del artificion de Juanelo


En esta obra empleó más de 20 años. Siempre bajo la protección del emperador, a quien acompañó en su retiro de Yuste, y posteriormente al servicio de Felipe II, Turriano construyó una máquina elevadora para abastecer de agua a Toledo, que obtenía energía de una rueda de paletas movida por el Tajo. (VER ANIMACIONES)



Realizó también diversos relojes y autómatas, en particular uno de madera ( el hombre de palo ), (aquí recordamos también a Leonardo Torres Quevedo, de quién nos ocuparemos otro día) que según la tradición acudía diariamente al palacio arzobispal a recoger la comida. Se le debe asimismo un molino automático en miniatura, en cuyo diseño colaboró personalmente Carlos V, que deseaba utilizarlo para la alimentación de las tropas.




Se le debe una obra titulada " Los veinte y un libros de los ingenios y máquinas de Juanelo", verdadera enciclopedia de la mecánica del siglo XVI, que no se publicó en su tiempo, quizá porque fuese considerada secreto militar.



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